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18 septiembre 2008

4.- Pero semejante ordenación jerárquica de las diferentes partes del ser y de la vida humana no se logra por sí misma, por una proyección necesaria e indefectible de la luz de la inteligencia. La dolorosa experiencia humana está muy cerca para atestiguamos a cada paso que ello no es así, sino más bien todo lo contrario y que otras tendencias ciegas y oscuras pugnan desde los bajos fondos de nuestra vida inferior contra esa unidad y contra la penetración de la luz de la inteligencia en toda nuestra vida. Para llegar al logro de ésta ha de intervenir la fuerza ordenadora espiritual —de que por sí sola carece la inteligencia— preciso es la acción de la tendencia o apetito espiritual, de la voluntad libre, que dirigida a su vez y como cargada con las normas o exigencias ontológicas de la inteligencia —normas práctico-morales— las imprima con eficacia en nuestra propia vida espiritual y en las zonas inferiores de nuestro ser y vida.