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6 octubre 2008

CAPÍTULO XIX
MÉTODOS DE DEFENSA. III
Naturaleza de los rapports .— Efecto de los rappotls.— Rapports de grupo.— El vínculo astral.— El Observador.— Método de destruir formas de pensamiento.— Método de absorber elementales artificiales.—- Método de romper un vínculo astral.— Técnica de substitución.— Caso ilustrativo.
El trastorno psíquico surge no infrecuentemente debido a la formación de un rapport indeseable. A fin de entender la naturaleza de este problema debemos considerar el asunto completo del rapport.
Ya hemos considerado en algún detalle la cuestión de la sugestión telepática. El rapport podría ser considerado como el aspecto pasivo de aquello de lo que la sugestión telepática es el aspecto activo. Forma, de hecho, la condición básica necesaria para que tenga lugar la sugestión telepática. Dos personas que estén en rapport podrían ser descritas como mellizos siameses astrales. Aunque los cuerpos físicos son unidades independientes, los cuerpos astrales están ligados de tal manera que hay una circulación libre de fuerza astral entre ellos, igual que el sistema circulatorio de la madre está conectado a través del cordón umbilical con el niño no nacido, y la misma sangre circula libremente a través de ambos.
Este hecho explica muchos importantes fenómenos ocultos. Es la clave real del matrimonio, y explica muchos hechos en la relación de padre y niño. Da cuenta también de algunos importantes aspectos de la relación de pupilo y profesor.
Pero no sólo es posible que un rapport sea establecido entre dos individuos, sino entre un individuo y un grupo. Este hecho juega una parte importante en todo trabajo de fraternidad. Es posible también establecer un rapport entre un ser humano y otros reinos de la naturaleza; con entidades desencarnadas, seres suprahumanos, y, de hecho, con cualquier forma de vida con la que un individuo pueda formar una comprensión simpática. Debe haber algún campo de simpatía como base para la formación de un rapport, pero una vez que se ha formado, puede ser desarrollado casi indefinidamente. Es un hecho curioso que si un rapport se continúa por largo tiempo, las personas así unidas llegan a parecerse gradualmente una a la otra. Todos conocemos el tipo de hombre «caballuno»; también el hijo del suelo del que se comentaba expresivamente, «El padre en la pocilga de los cerdos. Le conoceréis por su sombrero».
Cuando dos seres humanos están en rapporl, el menos positivo de los dos tiende a perder su propia individualidad y convertirse en el pálido reflejo del otro. Es por esta razón que el ocultista Occidental, que valora altamente la individualidad, no toma pupilos personales del mismo modo que lo hace el gurú del Este, sino que prefiere trabajar a través del ritual con un grupo porque este método es más impersonal. Pero incluso así, los miembros individuales de un grupo sufrirán ciertos cambios por los que se sintonizarán con el tono del grupo, así que habrá un cierto denominador común que todos poseerán. ¿No podemos reconocer el manual de signos del Christian Scientist, el Teósofo, el Cuáquero? Cualquier sistema que tenga meditación de grupo pone rápidamente su marca en sus miembros.
En este hecho, desde luego, reside mucho del valor de la asociación con un grupo digno. En él, igualmente, reside el detrimento de la asociación con un grupo indigno. Consideremos qué sucede cuando una persona ordinariamente de buen carácter se asocia con un grupo de tono moral degenerado. O bien se encontrará en tal agudo antagonismo con la mente grupal que no tendrá más opción que retirarse, o rápida aunque inconscientemente se sintonizará con la nota clave de sus nuevos asociados. Sin que se percate del hecho, su sentido moral habrá sido enromado y aceptará como una cuestión de hecho aquello ante lo que originalmente habría dado la vuelta con disgusto.
Una vez establecido el rapport, pueden compartirse otras cosas aparte del tono de sentimiento general. Pueden transferirse ideas reales de una mente a otra como en la telepatía; y del mismo modo, puede transmitirse fuerza vital. Es este hecho el que es la explicación de ciertos tipos de curación espiritual. Cuando se transmite la vitalidad etérica, es necesario que las personas concernidas estén dentro del área magnética, inmediata de cada una de ellas; pero cuando está en cuestión la fuerza astral, esto no es necesario. La transmisión es independiente del espacio.
No estamos considerando ahora el uso legítimo de esta fuerza para la curación, o para la enseñanza y el desarrollo de neófitos, así que no consideraremos, por tanto, su modus operandi en detalle. Se ha dicho lo bastante para mostrar de qué modo trabaja. Procedamos ahora a la consideración de los métodos prácticos de romper tal rapport si por cualquier razón se desea descontinuar su uso.
A la visión astral el vínculo telepático aparece como un rayo de luz, un cordón brillante, o alguna forma de pensamiento similar, porque es en esta forma que se formula usualmente por la persona que está haciendo el vínculo magnético. Sucede a veces, sin embargo, si el operador tiene un alto grado de iniciación, que en vez de conectar el rayo directamente a la persona con la que desea estar en contacto, formulará un animal en su extremo al que transferirá una porción de su propia conciencia. Esta forma-animal se llama Observador; no actúa por iniciativa propia a no ser que se le ataque, caso en el que se defiende de acuerdo con la naturaleza de la especie en cuya semejanza se hace. El uso de un Observador es obtener un registro de lo que está sucediendo sin necesidad de enfocar la conciencia sobre ello. Cuando la substancia psíquica del Observador es reabsorbida por el adepto, él se percata del contenido de la conciencia del Observador. La desventaja de este método reside en la vulnerabilidad del Observador ante un ataque psíquico, y en el hecho de que su proyector sea afectado si se daña o desintegra.
Al tratar con una forma de pensamiento, tened siempre presente que es el producto de la imaginación, y no es autoexistente en modo alguno. Lo que la imaginación ha hecho, la imaginación puede deshacerlo. Si el que hace una forma de pensamiento la ha pensado a la existencia concibiéndola imaginativamente, podéis pensarla igualmente bien fuera de la existencia concibiéndola claramente e imaginando que estalla en un millar de fragmentos, o que se incendia, o se disuelve en agua y es absorbida por el suelo. Aquello que es pensado a la existencia por la imaginación puede ser pensado fuera de la existencia por la imaginación.
Si lo que fue tomado por una forma de pensamiento resiste a la destrucción por este método, es probablemente un elemental artificial. Ahora bien hay dos clases de tales elementales, siendo animada una clase por la invocación de la esencia elemental dentro de una forma de pensamiento, y la otra por la proyección de algo de la propia naturaleza del mago dentro de ella. Si está animado por la esencia elemental, el uso del Pentagrama servirá para alejarlo; pero si es de la clase que está animada por la propia fuerza del mago, debe usarse otro método, conocido como absorción.
Ahora bien la absorción es un método de un grado muy elevado, y su uso con éxito depende del estado de conciencia del usuario. Cada individuo tiene que decidir por sí mismo si en cualquier caso dado en un momento dado está en un estado adecuado para intentarla. A no ser que pueda hacer completamente constantes sus propias vibraciones y llegue a un estado de perfecta serenidad y libertad de toda sensación de esfuerzo, no debería hacer el intento.
Describiremos sin embargo el método para el beneficio de aquellos que quieran intentarlo.
Armonizándose por meditación sobre el Cristo, el adepto, tan pronto como está satisfecho de que sus propias vibraciones se han hecho firmes, procede a llamar ante su visión astral la imagen de la forma que pretende destruir. La ve claramente en todos sus detalles y busca adivinar su naturaleza, si se trata de un vehículo para la malicia o la lujuria, o la acción vampírica: éstas son las tres más comunes, y puede casi con certeza asignarse a una u otra de estas tres clases. Habiendo discernido el tipo de fuerza con la que tiene que tratar, procede a meditar sobre su opuesto, concentrándose sobre la pureza y el inegoísmo si la fuerza fuera de lujuria; compasión y amor, si fuera de malicia, y sobre Dios como el creador y sustentador de toda vida si fuera vampírica.
Continúa esta meditación hasta que se siente bañado con la cualidad sobre la que está meditando; hasta que se siente tan imbuido con la pureza y el inegoísmo que la lujuria no le hace sino sentir piedad, la malicia no le hace sentir sino compasión, y con respecto al vampirismo, está tan seguro de que su vida está guardada con Cristo en Dios que gustosamente dejaría al vampiro terminar su comida en paz si por ella pudiera ayudarlo. De hecho, el adepto que se propone ejecutar una absorción mágica tiene que alcanzar el punto en el que realiza claramente la nadidad del mal que se propone absorber, y ya no tiene ningún sentimiento hada él sino piedad por una ignorancia que piensa que puede ganar algún bien para sí misma de este modo. Desea elevar y educar y liberar al alma descarriada de su cautiverio. Hasta que no haya alcanzado el punto en que no tenga otro sentimiento que éste hacia su perseguidor, no es seguro para él intentar una absorción.
Habiéndose convencido de que está listo para el intento, procede a atraer la forma de pensamiento hacia sí tirando del cordón de plata que la conecta con su plexo solar si fuera una forma de pensamiento vampírica, o abriendo su aura a ella y envolviéndola si fuera de uno de los otros dos tipos. Literalmente la succiona. Este proceso debería hacerse lenta y gradualmente, llevándose algunos minutos el hacerlo. Si se hiciese repentinamente, el adepto podría no encontrar posible mantener firmes sus propias vibraciones, y entonces estaría en verdad en una situación desagradable.
Conforme la forma de pensamiento es absorbida, el adepto sentirá una creación en su propia naturaleza correspondiente al tipo de la forma de pensamiento. Si es una fuerza lujuriosa, sentirá el deseo elevarse dentro de él; si es una fuerza maliciosa, sentirá ira; y si es un vampiro, sentirá ansia de sangre. Debe superar inmediatamente este sentimiento y revertir a su meditación sobre la cualidad opuesta, manteniéndola hasta que sus vibraciones estén completamente armonizadas una vez más. Sabrá entonces que la fuerza del mal ha sido neutralizada y que hay mucho menos mal en el mundo. Sentirá inmediatamente un gran acceso de vigor y una sensación de poder espiritual, como si pudiera decir a una montaña, «Arrójate al mar», y así se hiciera. Es esta sensación de exaltación y poder espiritual lo que le dice que el trabajo ha sido llevado a cabo con éxito. Es, sin embargo, aconsejable repetir la meditación a intervalos por dos o tres días en caso de que otra forma de pensamiento sea formulada y enviada después de la primera.
En cuanto al remitente de la forma de pensamiento, cuando la absorción tenga lugar sentirá que «se ha escapado de él virtud», y puede ser incluso reducido temporalmente a un estado de semicolapso. Pronto revivirá, sin embargo, pero con su poder para el mal de este tipo particular considerablemente reducido por algún tiempo venidero; y si tiene la posibilidad de la reforma en su naturaleza, puede ser incluso que él mismo sea liberado permanentemente de este tipo de mal.
La gran ventaja de este método es que realmente destruye el mal, raíz y rama; mientras que la mera destrucción de una forma de pensamiento es como cortar la parte de arriba de una cizaña. Por otro lado, sólo puede hacerse por un ocultista avanzado sintonizado en el tono más elevado. Si uno es perturbado o está fatigado o ha perdido en algún grado su ánimo, no debe osar intentarlo.
Si el rappotl se percibe como una línea de luz, un cordón, o cualquier forma similar, adherida al plexo solar, la frente, o cualquier otra parte del cuerpo, el mejor modo de cortar el rapport es imaginarse un arma mágica y cortarlo. De hecho, si se siente un rapport, la primera cosa a hacer es visualizar el cordón y tratar de ver a dónde se adhiere; el plexo solar es el lugar más común.
Formulad a continuación la espada de mango en cruz como ya se ha descrito e invocad la bendición de Dios sobre ella. Visualizad entonces una antorcha flameante, e invocad el poder del Espíritu Santo, cuyo símbolo es. Ahora con la espada tajad a través del cordón o rayo hasta que toda hebra haya sido seccionada. Entonces cauterizad el muñón con el fuego consagrado de la antorcha hasta que se encoja y caiga de su punto de adhesión a vuestro cuerpo.
Después de tal seccionamiento uno debe, por supuesto, tomar las precauciones humanas ordinarias para impedir que el vínculo se vuelva a formar. Rehusad encontraros con la persona responsable de su formulación, o leer o contestar cartas suyas. De hecho, cortad las comunicaciones físicas tan completa y resueltamente como se han cortado las astrales por un período de algunos meses al menos.
Hay ocasiones, sin embargo, en que una persona es cubierta y dominada tan completamente que no puede llevar a cabo esta operación por ella misma. Puede ejecutarse entonces la operación mágica de la Substitución, si puede encontrar un amigo dispuesto a encargarse de la tarea.
A fin de ejecutar esta operación, los dos amigos acuerdan qué se hará, pero el que se ha de convertir en el substituto no cuenta a la víctima original cuándo se propone encargarse de la operación no sea que la última esté tan completamente en las manos del dominador que revele el juego involuntariamenet.
Escogiendo un momento en que está seguro de que su amigo está dormido, el substituto se concentra sobre él y se imagina a sí mismo de pie a su lado, y visualiza el cordón o rayo del rapporl extendiéndose desde su amigo hacia afuera en el espacio. Si puede visualizar su otro punto de adhesión en el dominador, tanto mejor.
Entonces formula la espada y la antorcha como se ha descrito arriba, y con éstas en sus manos se imagina a sí mismo pasando justo a través de la línea de rapport, de modo que la corte con su cuerpo, No debe usar espada o antorcha para este proceso, sino que debe romperla con su propia carne, como si fuera. Habiéndola seccionado así de su amigo, deberá ir entonces a por ella con espada y antorcha con toda su fuerza mientras ella trata de envolverlo, como con seguridad lo hará, pues a nada se parece tanto como al tentáculo de un pulpo. Debe ir a por ella con todo su poderío, poniendo de celo lo que le falta de conocimiento, hasta que se la haya dado lo bastante, y empiece a enrollarse y retirarse. El combate, desde luego, tiene lugar en la imaginación, pero si se produce una imagen clara y vivida será efectivo.
En ilustración de este método puedo mencionar un caso que manejé una vez por sus medios. Se me pidió que ayudara a una mujer que había sido inválida toda su vida, pero cuyo caso los muchos doctores a los que había consultado no eran capaces de diagnosticar satisfactoriamente, ni de ayudar. Todos ellos, coincidían en que no había nada orgánico en cuestión con ella, y después de tratar en vano de ponerla bien, se unieron en general en decir que era pura histeria. Sufría de una condición crónica de exhaustión, indigestión, ataques de vómito, dolores de cabeza enceguecedores y palpitación del corazón. No era, sin embargo, en lo más mínimo de una disposición neurótica, sino una mujer tranquila, sensible, intelectual, que soportaba sus sufrimientos con fortaleza.
Hice una diagnosis psíquica y llegué a la siguiente conclusión: que durante muchas vidas pasadas había estado sobre el Sendero, y que en su última vida, una encarnación masculina, a fin de acelerar su progreso había viajado al Este, tomando finalmente la iniciación en una de las Ordenes Tibetanas, que desgraciadamente resultó estar sobre el Sendero de la Izquierda. Aquí aprendió el Hatha Yoga que da control sobre las funciones del cuerpo.
En su vida presente, retenía los poderes que su entrenamiento le había dado, pero no la memoria de su técnica. Consecuentemente sus estados emocionales afectaban esos sistemas automáticos de control nervioso cuyas funciones no están normalmente bajo la dirección de la mente. Cuandoquiera que, por lo tanto, era perturbada emocionalmente, su mentación subconsciente se desbordaba en la mente automática y dejaba fuera de engranaje ciertos de los sistemas funcionales del cuerpo. Es mi creencia que esta explicación suministra una clave a muchos casos de desorden funcional. Mucha gente en el curso de prácticas meditativas ocultas obtiene el control de la mente automática que controla el funcionamiento de los órganos corporales. Puede recordarse que el famoso científico Sir Francis Galton, el fundador de la ciencia de las eugénicas, experimentó con el control mental de la respiración, y habiéndolo obtenido, encontró que la función automática había quedado en suspenso, y tuvo que emplear tres días ansiosos respirando por el poder de la voluntad y la atención voluntaria hasta que la función automática fue restablecida.
En este caso particular, sin embargo, había algo más que una perturbación de la función; estaba esta exhaustión crónica peculiar y muy marcada. Me formé la opinión de que aún existía un rapport entre ella y la Orden Tibetana de la que había sido un iniciado en su vida anterior. Como es bien sabido por los ocultistas, uno retoma vida tras vida a la Orden de la que es un iniciado, siendo el rapport uno muy fuerte. Esta es una de las razones por las que las grandes Escuelas de Misterios no tienen necesidad de darse a conocer anunciándose; conocen a los suyos, y los cogen en el plano astral.
Pero mientras que es una cosa inestimable estar bajo la égida de una Orden reputable, es una cosa extremadamente desagradable hallarse en una relación similar con una Orden no reputable. En este caso particular era mi opinión que la Orden a la que había pertenecido esta señora en su vida anterior habíase hundido hasta un nivel bajísimo en verdad, y sus líderes estaban extrayendo deliberadamente la vitalidad de sus miembros.
Actuando sobre esta hipótesis, me proyecté astralmente en el modo que ya he descrito, y visité a esta señora por la noche. Percibí que desde su plexo solar, conforme yacía dormida ahí, se extendía una substancia negra, elástica de aspecto fibroso que a nada se parecía tanto como a un palo de regaliz español que hubiese sido bien mascado por un niño pequeño. Esta se alejaba en el espacio. Tratando de ver su extremo posterior tuve una visión breve y lejana de un monasterio con un techado de tipo chino emperchado en un risco entre vastas montañas.
Manejé la situación por el simple expediente de pasar en mi cuerpo astral a través de la línea de substancia negra, rompiéndola así. Inmediatamente se transfirió a mi plexo solar, y por un momento sentí un brote de pensamientos tentadores que me incitaban a poner a esta mujer bajo mi pulgar y explotarla en toda su capacidad financiera. Arrojé a estos afuera, y «fui a por» la soga de regaliz astral en la manera que he descrito, desamarrándola y cicatrizando el muñón, y tuve la satisfacción de verla enrollarse y desaparecer en la oscuridad. Caí entonces en lo que consideré un bien merecido sueño.
No le conté a esta señora nada de mis ideas porque deseaba ver si podía aclarar el caso trabajando meramente sobre la hipótesis oculta sin ninguna mezcla de sugestión. A la mañana siguiente la visité para ver cómo estaba yendo, y la encontré sentada en la cama comiendo un voraz desayuno y pareciendo una mujer enteramente diferente de la criatura exhausta y de cara gris que había visto el día anterior.
Sin aguardar a ninguna pregunta por mi parte, dijo, «No sé lo que se ha hecho, pero me siento como si algo hubiese sido roto y fuera libre ahora».
Después del desayuno se levantó, fue a dar un paseo, y se encontró en la calle con el doctor que la estaba atendiendo. Tan grande fue el cambio en su apariencia que él dejó de reconocerla hasta que ella le habló.
La dije que en mi opinión debería no tener que ver nada con los estudios ocultos no fuera a reformar el vínculo magnético con su vieja Orden, y también la enseñé cómo impedir que su mente subconsciente diese sugestiones quebrantadoras a sus sistemas corporales de control funcional. Por algunos años permaneció en buena salud, pero posteriormente, por desgracia, tomó de nuevo el estudio del ocultismo y recayó a una condición que se aproximaba a la suya anterior, habiendo vuelto a forjar presumiblemente los contactos con la Hermandad Tibetana que había resultado tan desastrosa para ella.