EL MISTERIO DE LA INICIACIONES

18 octubre 2008

EL MISTERIO DE LA INICIACIONES”

“Las Expansiones De Conciencia En El Sendero
Del Discipulado

El tema de las INICIACIONES siempre ha despertado un espe-cial interés entre los estudiantes y curiosos esotéricos de todos los tiem-pos. No en vano es un tema profundamente MISTERIOSO y DIFÍCIL de tratar, siendo su alcance inmenso en todos y cada uno de sus aspectos. “Muchos se figuran que la iniciación es un paso adelan¬te que han de dar por sí mismos. Creen que el Iniciado es un hombre que por su propio es-fuerzo ha ascendido a gran altura y ha llegado a ser una excelsa indivi-dualidad en comparación del hombre mundano. Así es en efecto; pero se comprenderá mejor la cuestión si se la considera¬ desde un más alto punto de vista. La importancia de la iniciación no consiste en exaltar a un indi-viduo, sino en que este se identifica, simbólicamente hablando, con “la Excelsa Orden de la Comunión de los Santos”, como hermosamente la llama la Iglesia cristiana, aunque muy pocos se fijan en el verdadero sig¬nificado de estas palabras.”
Comprenderemos mejor la profunda realidad subyacente en la iniciación, después de haber con¬siderado la organización de la Jerarquía oculta y la obra de los Maestros como hemos hecho anteriormente. El can¬didato llega a ser algo superior a un hombre personal, porque se con-vierte en unidad de una formidable energía.
Muchas son las definiciones y explicaciones que pueden encon-trarse en cuanto a su alcance, los pasos preparatorios, la obra que ha de hacerse entre las iniciaciones, su resultado y efectos. Ante todo, es evi-dente para el más superficial estudiante, que la magnitud del asunto es tal, que a fin de tratarlo adecuadamente, sería preciso describirlo desde el punto de vista de un iniciado. En caso contrario, todo cuando se diga po-drá ser razonable, lógico, interesante, sugestivo, pero no definitivo.
La palabra Iniciación, deriva de dos palabras latinas; in en, iré ir; es por lo tanto, el comienzo o entrada en algo. Representa, en su más am-plio sentido, la entrada en la vida espiritual, o en una nueva etapa de la misma vida. Es el primer paso y los pasos sucesivos en el sendero de San-tidad. Literalmente, por lo tanto, el que recibe la primera iniciación da el primer paso en el reino espiritual, saliendo del reino definidamente huma¬no, para entrar en el superhumano. Así como pasó del reino animal al humano en la individualización, así entra en la vida del espíritu, y por vez primera tiene derecho a que se le llame “hombre espiritual”, en el signifi-cado técnico del térmi¬no. Entra en la quinta etapa, o sea, en la final de nuestra quíntuple evolución. Habiendo tanteado el camino a través de la Cámara de la Ignorancia durante muchas edades, y habiendo pasado por el aprendizaje de la Cámara de la Instruc¬ción, ahora entra en la Cámara de la Sabiduría, en la Uni¬versidad. Cuando haya cursado en esta Escuela, recibirá el grado de Maestro de Compasión, o Maestro de Sabiduría.

“Una iniciación es una expansión de con¬ciencia, un medio de abrir la mente y el corazón al reconocimiento de lo que ya existe en la reali-dad. Como proceso viviente, la iniciación es ex¬perimentada por todas las formas de vida, grandes y pequeñas, desde lo universal hasta lo particular. El proceso de iniciación en nuestro sistema solar está basa-do sobre un patrón que se duplica y refleja dentro del conjunto, y a lo largo de sus muchas partes. Las diversas y distintas formas de vida incluidas en un organismo completo, llevan a cabo una función vital que, en relación con todas las otras partes, contri¬buyen al omnicir-cundante plan de la evolución.”

Vemos pues, que es en la ESCUELA DE LA VIDA donde todo resulta transformado y trans¬mutado, de un elemento inferior a otro supe-rior, de uno simple a otro más complejo, y es en la vida del ser humano donde tiene lugar LA GRAN TRANSFORMACIÓN, y el Alma tras mu-chas edades, cargada de SABIDURÍA, emprende el Vuelo hacia el ESPÍ-RITU, hacia el PADRE, el cual Fue, Será y Es siempre su verdadero Ser.

La Sabiduría es la ciencia del Espíritu, así como el conoci¬miento es la ciencia de la materia. El Conocimiento es sepa¬rativo y ob-jetivo, mientras que la Sabiduría es sintética y subjetiva. El Conocimiento separa y la Sabiduría une. El Conocimiento diferencia y la Sabiduría en-trefunde. Si se medita sobre estas palabras, se comprenderá que la verda-dera UNIÓN reside en la comprensión de que la vida mayor siempre in-cluye a la menor, y que cada expansión de conciencia acerca más al hom-bre a esa UNICIDAD.

SIMBOLOGÍA CRISTIANA DE LAS INICIACIONES

La vida del Cristo no es solamente una narración histórica sino también la historia del desenvolvimiento del espíritu hu¬mano a través de los portales de las Iniciaciones. Aquel en quien ya nació el Cristo, el ni-ñoCristo, el nuevo Iniciado, se denomina en todo el mundo invisible la «criatura» nacida a la nueva vida del espí¬ritu; y la expansión de con-ciencia que alcanza consiste en que se ha abierto para él el gran mundo espiritual en donde toda verdad es conocida por intuición y no por razo-namiento, llegando el conocimien¬to a ser intuitivo en vez de racional. A causa de haber nacido en ese nuevo mundo del espíritu se le llama «el dosvecesnacido»; nacido ciertamente sobre la tierra muchas veces, pero nacido siempre en la vida de la materia; nacido ahora en la vida del espí-ritu que será ya por siempre la suya; y así también la Primera Grande Ini-ciación se denomina «el segundo nacimiento», el «nacimiento del Espí-ritu». Por eso la Primera Iniciación se simboliza entre los Cristianos por el nacimiento del Cristo cuando la Estrella de Oriente se posa sobre el in-fante; la Segunda por el Bautizo cuando el Espíritu desciende sobre Él y reside en él para siempre; la Tercera por la Transfigura¬ción sobre la montaña, cuando la deidad interna brilla a su través; la Cuarta Iniciación está indicada por el sufrimiento en el Huerto de Gethsemaní, por la Cru-cifixión; y la quin¬ta la Resurrección del Cristo; es la Iniciación del Maestro, del Hombre Perfeccionado que ha al¬canzado la estatura de la plenitud del Cristo, el Salvador de los hombres.
Con propiedad se simboliza la Primera Iniciación en el Drama-Misterio por el nacimiento del Cristo porque en esa etapa surge den¬tro del hombre un gran cambio y un nuevo poder, bien expresado por la idea de «nacimiento». En la Segunda hay un maravilloso influjo de fuerza del Iniciador al Candidato, que se tipifica por el Bautizo en el Jordán, o me-jor por el bautizo del cual habló Él, el del Espí¬ritu Santo y del Fuego; pues el poder de la Tercera Persona de la San¬tísima Trinidad es el que se vierte en aquel momento, descendiendo en lo que, inadecuadamente, po-dría describirse como torrente de fuego, una flamígera oleada de viviente luz. La Tercera Iniciación se tipifica en el simbolismo Cristiano por la Transfiguración del Cristo. Se trasladó Él a una alejada y alta mon¬taña y se transfiguró ante sus discípulos: «Brilló Su Faz como el Sol y Sus vesti-duras eran blancas como la nieve, de tal suerte que nin¬guna otra blancura podría superarlas en la tierra». Esta descripción sugiere el Augoeides, el hombre glorificado, y es una pintura descriptiva de lo que sucede en esta Iniciación, pues justamente así como la Segunda Gran Iniciación tiene que ver principalmente con el ace¬leramiento evolutivo del cuerpo mental inferior, así se desarrolla es¬pecialmente el cuerpo causal en esta etapa. El ego queda en más ín¬timo contacto con la Mónada y se transfigura así con toda verdad. Aún la personalidad es afectada por aquel maravilloso influ-jo. El yo superior y el yo inferior devengo uno a la Primera Iniciación y aque¬lla unidad jamás se pierde, pero el desarrollo del Yo superior que aho¬ra tiene lugar nunca puede ser reflejado en los inferiores mundos de forma, si bien los dos son uno en la mayor medida posible.
Este es el antiguo sendero denominado el «Reino de los Cielos» o bien «Reino de Dios»; llamado también «el camino de la Cruz»; , y la cruz es símbolo de vida, de la vida triunfante sobre la muerte, del Espíritu triunfante sobre la materia. No hay diferencia en lo del Sendero ya fuere en Oriente o en Occidente, pues tan sólo, una enseñanza oculta existe y una sola Gran Logia Blanca. Los Guardianes de los tesoros espirituales de nuestra raza solamente reconocen, cualidades, y abren la Gran Puer-ta, según la antigua costumbre, pa¬ra permitir al hombre que camine por el antiguo y estrecho Sendero. Quienes buscan, encuentran; y a quienes lla-man les es abierta la puerta.
Así, pues, tenemos CINCO Grandes INICIACIONES por las cua-les a de pasar el discípulo antes de alcanzar la meta humana más elevada, LA MAESTRÍA. Estas 5 Iniciaciones son conocidas por los Cristianos como:

1. El Nacimiento en Belén, del cual Cristo dijo a Nicodemo: «el que no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios».

2. El Bautismo en el Jordán. Éste es el bautismo a que se refería Juan, el Bautista, agregando que el Bautismo del Espíritu Santo y del fuego debía sernos administrado por Cristo.

3. La Transfiguración. Allí por primera vez se manifiesta la per-fección, y se le comunica a los discípulos la divina posibilidad de tal perfección. Surge el mandato: «Sed vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto».

4. La Crucifixión. En Oriente se la designa como la Gran Renun-ciación, con su lección del sacrificio y su llamamiento a la muerte de la naturaleza inferior. «Cada día muero», decía el apóstol, por-que sólo en la práctica de sobrellevar la muerte de cada día puede enfrentarse y resistirse a la Muerte final.

5. La Resurrección y Ascensión, el triunfo final que capacita al ini¬ciado cuando enuncia y sabe el significado de las palabras: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?, ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? «.

Tales son los cinco grandes y dramáticos acontecimientos de los misterios. Tales son las iniciaciones por las que todos los hom¬bres debe-rán pasar algún día. La humanidad se encuentra hoy en el sendero de pro-bación. El camino de la purificación es ho¬llado por las masas, y estamos en proceso de purificarnos del mal y del materialismo. Cuando se haya completado este proceso, mu¬chos estarán preparados para recibir la pri-mera de las Grandes Iniciacio¬nes y pasar por el Nuevo Nacimiento. Los discípulos del mundo se están preparando para la segunda iniciación, el Bautismo, y para esto debe purificarse la naturaleza emocional de deseos y dedicarla a la vida del alma. Los iniciados del mundo enfrentan la ini-ciación de la Transfiguración o la tercera. El control de la mente y la co¬rrecta orientación hacia el alma, con la completa transmutación de la per-sonalidad integrada, es lo que les espera.
Se dicen muchas tonterías hoy respeto a la iniciación, y en el mundo hay muchas personas que pretenden ser iniciados. Olvidan que ningún iniciado hace tal proclamación o habla de sí mismo. Quienes pro-claman ser iniciados lo niegan al proclamarlo. A los discípulos e inicia-dos se les enseña a ser incluyentes en sus pensamientos y no separatistas en sus actitudes. Nunca se apartan del resto de la humanidad, afirmando su condición, poniéndose auto¬máticamente sobre un pedestal. Tampoco los requisitos, como se establece en muchos libros esotéricos, son tan sencillos como los presentan. Por su lectura podría creerse que mientras el aspirante logra cierta tolerancia, bondad, devoción, simpatía, idealis-mo, pa¬ciencia, perseverancia, ha llenado los requisitos principales. Estas cosas en realidad son las esencialidades primordiales, pero a esas cuali-dades debe añadirse una comprensión inteligente y un des¬arrollo mental que lleve a una sensata e inteligente colaboración con los planes destina-dos a la humanidad. Lo que se requiere es el equilibrio de la cabeza y del corazón.

Antes de profundizar más, vamos a recapitular rápidamente cua-les eran los PASOS o ETAPAS, propiamente dichas, que ha de llevar al ASPIRANTE hasta el PORTAL de la INICIACIÓN. Estas ETAPAS son CINCO, y ya se consideraron más ampliamente en una conferencia ante-rior titulada «EL SENDERO DEL DISCIPULADO (pasos preliminares)».

1º) Tenemos al hombre de IDEALES, donde muestra en su vida un propósito firme y positivo de seguir ciertos PRINCIPIOS éticos y nobles. Esto es un indicio claro de evolución humana.

2º) Tenemos al DISCÍPULO en PROBACIÓN, en el cual, como hemos explicado ya, el aspirante voluntariamente trabaja afanosa-mente para desarrollar su Naturaleza Superior y, subyugar la Inferior. Es la ETAPA en que el Maestro de su Grupo interno lo pone a PRUEBA en su vida y observa sus reacciones y su adelanto.

3º) Tenemos al DISCÍPULO ACEPTADO, tras haber pa-sado satisfactoriamente todas las pruebas impuestas, el Maestro lo reco-noce y lo ACEPTA. Cuando un Maestro ACEPTA a un aspirante como Discípulo en prueba, lo hace con el designio de presentarlo para su INI-CIACIÓN en la misma vida.

4º) Tenemos al «HIJO DEL MAESTRO». Un lazo más es-trecho se establece entre Maestro y discípulo en esta etapa. Las esperan-zas o sueños del discípulo empiezan a reflejar la maravillosa vida de que el Maestro goza entre Sus iguales; y lentamente va convirtiéndose en cé-lula de Su viviente organismo.

5º) Tenemos al INICIADO. La presentación del discípulo por su Maestro a la Gran Fraternidad Blanca para su INICIACIÓN coin-cide generalmente con la Etapa del «Hijo del Maestro». En este estadio acontecen unos acontecimientos EXTRAORDINARIOS, donde el dis-cípulo adquiere mayor poder y una más amplia Visión del Plan de Dios, pudiendo trabajar para el Servicio con una mayor eficacia.

El progreso humano es lento pero constante; por consiguiente, el número de Hombres Perfectos va en aumento y la posibilidad de alcanzar Su nivel se halla al alcance de todos los que estén deseosos de llevar a cabo el estupendo esfuerzo requerido. En tiempos norma¬les los aspirantes necesitarían muchos nacimientos antes de lograr el Adeptado, pero ahora es posible para ellos acelerar su progreso en aquel Sendero, condensar en pocas vidas la evolución que de otra manera tomaría muchos miles de años. Tal preparación requiere un gran control de sí, esfuerzos determi-nados año tras año, y a menudo con exiguo resultado exter¬namente mos-trado como progreso definido; puesto que ello implica el entrenamiento de los cuerpos superiores mucho más que el del físico, y el mejoramiento de lo superior no siempre se manifiesta muy visiblemente en el plano físico.

¿Qué Ocurre Cuando Un Hombre Toma En Serio El Camino De Aceleración Evolutiva? Si realmente va en serio, se pone a prueba a un discípulo en respuesta a una solicitud hecha por él a los Guardianes de la Humanidad para que le den oportunidades de un progreso más rápido que el normal para la humanidad ordinaria. Su karma individual tiene que ser reajustado al mismo tiempo, librándolo de aquellos tipos de karma que pudieren limitar su futura utilidad y dándole mayores oportunidades para un conocimiento más amplio y un servicio más efectivo. Si es conti-nuo en su propósito inicial, y a pesar de las muchas dificultades sigue afanosamente en su empeño, captará rápidamente la atención del MAESTRO y Éste lo pondrá a prueba, aún a pesar de que el aspirante sea inconsciente de ello. Cuando un Maestro toma a un aspirante como discípulo a prueba, es con la esperanza de presentarlo para Iniciación en esa vida. Pero de que el Maestro haya sencillamente respondido a su aspi-ración, no se sigue que el discípulo tendrá éxito; Se le ha dado la oportu-nidad por haberla ganado él como derecho kármico; pero lo que él haga de tal oportunidad, depende exclusivamente de él mismo. Empero, lo más probable es que triunfe si toma el asunto a lo serio y trabaja in¬tensamente en servicio del mundo.

PREGUNTA. ¿Cómo se inicia, pues, a un discípulo y cómo llega a ser miembro de la Gran Fraternidad Blanca?

RESPUESTA. Cuando después de una estrecha identificación de la conciencia del discípulo con la suya propia, el Maestro está satisfe¬cho de é1 (lo que usualmente coincide con el principio o el fin de la etapa de «hijo») lo presenta Él ante la Fraternidad para la solemne ceremonia de la Primera Iniciación. La candidatura es propuesta y secundada por dos de los más altos miembros de la Fraternidad (del rango de Adeptos) siendo uno de Ellos su propio Maestro. La presen¬tación es hecha en primera ins-tancia al Maháchohan, quien designa entonces a uno de los Maestros para que actúe como HierofanteIniciador. Ya sea en el Salón de Iniciación o en cualquier otro lugar designado, el Candidato es entonces iniciado for-malmente, durante una augusta ceremonia, por el HierofanteIniciador, quien, en el nom¬bre del Único Iniciador, recibe del candidato el voto de rigor y pone en su mano la nueva clave de conocimiento que ha de usar en el ni¬vel ya alcanzado.

Relato de una iniciación.

Por C.W. Leadbeater

Es la narración de una Primera Iniciación conferida a un candidato en la noche del 27 de mayo de 1915:

«…En este caso el Señor Maitreya fue el Iniciador y, por consiguiente, la ceremonia se efectuó en Su jardín. Cuando el Maestro Morya o el Maestro Kuthu¬mi ejecutan el ritual, general-mente se lleva a cabo en el antiguo Templogruta cuya entrada está cabe el puente, sobre el arroyo entre Sus casas. Hubo una gran congregación de Adeptos, estando presente todos Aquellos cuyos nombres nos son familiares. El glorioso jardín estaba en todo su esplendor. Los arbustos del rododendrón eran una ascua de flora-ción carmesí y la fragancia del aire estaba saturada del perfume de las tempranas rosas. El Señor Maitreya se sentó en Su acostumbra-do sitial de mármol que circunda el gran árbol frente a Su casa; y los Maestros se agruparon a Sí Mismos en un semicírculo desde Su derecha hacia Su izquierda, en asientos que para Ellos fueron colo-cados en la terraza de césped sobre la cual se eleva el asiento de mármol por un par de escalones. Pero el Señor Vaivasvata Manú y el Maháchohan tomaron también asiento en el banco de mármol, uno a cada lado de los brazos del trono tallado, especialmente ele-vado, que mira exactamente al Sur y que se llama el Trono de Dakshi¬namurti…»

Lo que acontece al discípulo es verdaderamente una «Iniciación», esto es, un principiar. Es el comienzo de una nueva forma de existen¬cia en la cual la personalidad va siendo más y más firmemente un mero refle-jo del ego y el ego mismo comienza a atraer los poderes de la Mónada. El alma del hombre es realmente aquella parte superior de sí que es la Mó-nada; pero desde el momento en que ésta hizo para sí un cuerpo causal, del alma grupo animal, al momento de la indivi¬dualización, «la chispa pende de la Llama por el más tenue hilo de Fohat». El ego, si bien ligado así a la Mónada, no había tenido has¬ta el momento de la Iniciación nin-gún medio de comunicación con aquel aspecto más elevado de sí mismo. Pero en la Iniciación, al lla¬mado del Hierofante, desciende la Mónada hasta el cuerpo causal para tomar el voto de rigor, para obligarse a dedi-car toda su vida y to¬da su fuerza, de allí en adelante a promover la obra de la evolución, a olvidarse de sí en lo absoluto por el bien del mundo. A hacer su vida todo amor así como Dios es Todo Amor, y a guardar secre-to sobre aquellas cosas que se le ordene mantener secretas. Desde aquel momento, «el más fino hilo de Fohat» deviene un manojo de hilos y el ego, en vez de pender meramente como una «chispa», llega a ser como el fondo de un embudo que procede de la Mónada y que trae vida y luz y fuerza al candidato.
Después de su Iniciación, el candidato es transferido al plano Búdico por su Maestro, o por un discípulo mayor, para que aprenda a funcionar allí en su vehículo búdico. Y aquí acontece ahora lo que antes no había acontecido. Cada noche, cuando el discípulo se aleje de su cuer-po para trabajar en el astral o en el mental, deja tras de sí en el lecho su cuerpo físico, o éste y el astral (uno u otros según fue¬re el caso) para ocu-parlos de nuevo cuando regrese a ellos. Ahora, al dejar el plano mental superior y pasar al búdico, deja por supues¬to su cuerpo causal; pero este cuerpo causal, en vez de permanecer con los cuerpos físico, astral y men-tal, se desvanece. Cuando el dis¬cípulo, desde su vehículo búdico mira hacia el plano mental superior no ve allí cuerpo causal alguno que lo re-presente. El Cristo dijo: «Aquél que pierda su vida por Mí, la habrá en-contrado». Como el Cristo representa el principio búdico, estas palabras significan: «Aquél que por mi causa (por el desarrollo Crístico dentro de sí) abandone su cuerpo causal en el cual ha vivido, por tanto tiempo, se encontrará a sí mismo», «encontrará la Vida más verdadera, más grande y más elevada».
Se necesita cierto valor para hacerlo así. La primera vez que un hombre se halla por completo en el vehículo Búdico y en¬cuentra que se desvaneció su cuerpo causal del cual había dependido por millares de años, se llena de espanto; y, sin embargo, así es el pro¬cedimiento. Debe él perder su vida por causa del Cristo si quiere encontrarla por toda le eter-nidad. Es cierto que cuando el iniciadodiscípulo regresa de su cuerpo Bú-dico se encuentra a sí mismo otra vez en un cuerpo causal; pero no es el cuerpo causal que ha usado por millones de años desde el día de su indi-vidualización, sino un cuerpo causal copia de aquella antiquísima «casa» suya. Con su primera ex¬periencia búdica comprende el Iniciado que él no es el ego sino algo más trascendental, y conoce asimismo no tan sólo cree a base de fe la Unidad de todo lo que vive; Cómo las vidas de todos los hom¬bres, sus dolores así como sus alegrías, sus fracasos así como sus éxi¬tos, son inseparables de su vida.
Para alcanzar el nivel de la Primera Gran Iniciación deberá un hombre dominar su cuerpo por medio de su alma; deberá arreglár¬selas de manera que todos sus sentimientos estén en armonía con el sentimiento superior. Cuando llegue el Segundo de los Grandes Pasos, se repite el mismo proceso en una etapa ulterior y la mente del hom¬bre, no tan sólo sus sentimientos, ha de ponerse a tono con la mente de su Maestro. Por supuesto está todavía en nivel infinitamente in¬ferior a ella, pues él es hombre tan solo, y muy frágil y humano, en tanto que el Maestro se eleva sobre la humanidad como un Su¬perhombre; con todo, los pensamientos del discípulo deberán ir a lo largo de la línea de los pensamientos de su Maestro. Así como el hom¬bre que está comenzando a hollar el Sendero dice: «¿qué habría he¬cho el Maestro en estas circunstancias? Yo haré lo mismo», así el hombre que ha pasado la segunda etapa debe vigilar su pensamiento a cada instante y decirse: «¿qué habría pensado el Maestro en un ca¬so como éste? ¿Cómo se le habría presentado a Él esta cosa?.

Hay cinco de estas Iniciaciones (de estos ceremoniales en el Sen¬dero que lleva a la Perfección) siendo la quinta la de Adepto o Maes¬tro. En la Primera Gran Iniciación acaece la unión definitiva del ego y de la personalidad del candidato. Tiene él que pasar por las Segun¬da, Tercera y Cuarta Iniciaciones antes de llegar al Adeptado, que es la Quinta; pero cuando obtiene aquella Quinta une él la Mónada y el ego, justamente co-mo antes había unido el ego y la personalidad; de tal suerte que cuando ha logrado él la unión del Yo superior con el yo inferior, cuando ya no exista su personalidad sino como una expresión del ego, tiene él que em-pezar de nuevo, por así decirlo, el mismo proceso y hacer de aquel ego una expresión de la Mónada antes de alcanzar el Adeptado que viene a señalar su partida del reino humano y su entrada en el superhumano.
LAS INICIACIONES

A continuación desarrollaremos el tema de las INICIACIONES en sí. Aunque hemos de advertir que sólo los INICIADOS saben y com-prenden su verdadero significado y alcance. Trataremos aquí, pues, de dar simplemente un bosquejo básico y general que nos aportará una valiosa información sobre estos maravillosos acontecimientos.
Estudiaremos cada una de las CINCO INICIACIONES MA-YORES que componen el cuadro com¬pleto de REALIZACIÓN planeta-ria, con la cual el ser humano está relacionado, abordando serenamente algunos aspectos más significativos de cada una en particular. Estas Cin-co Iniciaciones Mayores son los siguientes:

La PRIMERA Iniciación ……………. EL NACIMIENTO
La SEGUNDA Iniciación……………. EL BAUTISMO
La TERCERA Iniciación……………. LA TRANSFIGURACIÓN
La CUARTA Iniciación………………. LA CRUCIFIXIÓN
La QUINTA Iniciación……………….. LA RESURRECCIÓN

La Primera Iniciación Mayor

“EL NACIMIENTO”

En la primera Iniciación, el dominio del Ego sobre el cuerpo físi-co debe haber alcanzado un alto grado de realiza¬ción. Han de vencerse «los pecados de la carne», como dice la fraseología cristiana. La gula, la embriaguez y el libertinaje, ya no deben dominar. El elemental físico ya no encuentra obedecidas sus exigencias; el dominio ha de ser completo, desvanecido el atractivo. Debe haberse logrado una actitud general de la obediencia al Ego, y debe ser fuerte la buena voluntad de obedecer. El canal entre lo superior y lo inferior se ensancha, y la sumisión de la carne es prácticamente automática.
El que no todos los iniciados alcancen esta norma, puede provenir de varias causas; pero la nota que pulsen, debe estar sintonizada con la rectitud; el evidente reconocimiento de sus propias limitaciones será sin-cero y público, y notoria su lucha para adaptarse al modelo superior, aún cuando no hayan llegado a la perfección.
«En la primera gran Iniciación, el Cristo nace en el discípu-lo. Entonces percibe por primera vez en sí mismo la afluencia del Amor divino y experimenta el maravilloso cambio que lo hace sentirse uno con todo lo que vive. Éste es el “ Segundo Nacimiento ”, del que se regoci-jan todos los seres celestiales, porque nace en el “Reino de los Cielos”, como uno de los “pequeños”, como un “infante”, nombres que se aplican a los nuevos Iniciados. Tal es el significado de las palabras de Jesús, que su-gieren que un hombre debe convertirse en un niño para entrar en el Reino.»

Puede sugerirse que en la primera Iniciación, en la que nace Cris-to, el Centro del Corazón es el único usualmente vitalizado, a fin de con-seguir un dominio más efectivo del vehículo astral, y de prestar mayores servi¬cios a la humanidad. Después de esta Iniciación se le enseña princi-palmente al iniciado, lo que concierne al plano astral. Ha de estabilizar su vehículo emotivo, y aprender a operar en el plano astral con la misma sol-tura y familiaridad que en el plano físico. Entra en contacto con los devas astrales; apren¬de a dominar a los elementales del astral; Ha de actuar fá-cilmente en los subplanos inferiores; y se acrecienta el valor y calidad de su labor en el plano físico. Pasa en esta Inicia¬ción, desde la Sala de la Ins-trucción a la de la Sabiduría. En este momento, se le da especial impor-tancia al desarrollo astral, aunque su facultad mental progresa constante-mente. En esta Iniciación, la REVELACIÓN DE LA PRESENCIA le co-loca al Iniciado ante el Tercer Aspecto o inferior del Alma, la Inteligencia Activa. Se enfrenta con el Ángel Solar que le fue confiado como custo-dio desde el momento de su individualización operativa en la Lemuria; y reconoce sin lugar a dudas que esa entidad, que es ma¬nifestación de la In-teligencia, es su compañero eterno a través de las Épocas, conforme a cu-ya imagen el Alma se modela encarnación tras encarnación.
» Un sin número de hombres darán el primer paso hacia el desa-rrollo de la conciencia Crística y pasarán así por la Primera Iniciación. A menudo (podría muy bien decir generalmente), esto tiene lugar sin la comprensión consciente del cerebro físico, esto quiere decir que muchos de nosotros, es posible que ya seamos iniciados de Primer Grado aún sin saberlo. Esta Primera Iniciación es, y siempre ha sido, una Iniciación ma-siva, aunque sea individualmente registrada y anotada.» Muchas vidas pueden transcurrir entre la primera y la segunda Iniciación. Un largo pe-ríodo de encarnaciones trans¬curre antes de que completado el dominio del cuerpo astral, esté dispuesto el iniciado para el próximo paso. La analogía está interesantemente expuesta en el Nuevo Testamento, en la vida del iniciado Jesús. Pasaron muchos años entre el Naci¬miento y el Bautismo; pero en tres años dio los tres pasos restantes. Una vez pasada la segunda Iniciación, el progreso es rápido, y la tercera y la cuarta seguirán proba-blemente en la misma vida, o en la siguiente.

Comentario Sobre La Entrada En La CORRIENTE

Narración esotérica:

Este momento, poco antes de recibir la PRIMERA INICIACIÓN, es de imponderable mara¬villosidad en la vida espiritual del candidato, se-gún no hace mucho tiempo manifestó el Maestro KUTHUMI al aceptar a un discípulo, diciéndole:

“Ahora que has alcanzado la inmediata meta de tus as¬piraciones, te exhorto a que te fijes en los muchos mayores requi-sitos de la próxima etapa, para la cual has de prepararte y es «la entrada en la corriente», o lo que los cris¬tianos llaman «salva-ción». Este ideal será el punto sa¬liente en la larga línea de tus existencias terrenas, la culminación de setecientas vidas. Hace si-glos te individualizaste en el reino humano. En un porvenir que, según espero, no será remoto, saldrás del reino humano por la puerta del adeptado y entrarás en el superhumano. Entre estos dos extremos no hay puesto de mayor importancia que la inicia-ción hacia la cual debes dirigir desde ahora tus pensamientos. No sólo serás así para siempre salvo sino que ingresarás en la sempi-terna Fraternidad auxi¬liadora del mundo. Piensa en el sumo cui-dado con que has de prepararte para tan prodigioso aconteci-miento. Quisiera que te representaras de continuo su gloria y hermosura a fin de que vivieses en la luz de su ideal. Jo¬ven es tu cuerpo para tan formidable esfuerzo, pero se te depara una es-pléndida oportunidad y deseo y espero que completamente la aproveches.”

Al iniciar a un ego éste entra a formar parte de la más compacta corporación del mundo y se une al dilatado océano de conciencia de la Gran Fraternidad Blanca. Durante largo tiempo no podrá el nuevo inicia-do comprender cuanto esta unión entraña, y ha de penetrar mu¬cho más adentro del santuario antes de que se dé cuenta de lo estrecho del lazo y de la magnitud de la conciencia del Rey, de la cual participan hasta cierto punto los hermanos. Todo esto es incomprensible e inexplicable en el mundo profano, pues su metafísica y sutilidad transcienden la eficacia del lenguaje; y, sin embargo, es una gloriosa rea¬lidad hasta el extremo de que quien lo empieza a vislum¬brar, le parece ilusorio lo demás. Una vez reali-zados los oportunos esfuerzos y disciplinas, e integrados ciertos meca¬nismos internos, el candidato ya está preparado para recibir la PRIMERA INICIACIÓN. Y tras una Magna y formidable ceremonia en los planos sutiles, El Iniciador manifiesta al candidato que por haber entra¬do en la corriente está ya para siempre en salvo, aunque todavía arriesga demorar considerablemente su adelanto si cede a cualquiera de las tentaciones que le han de ase¬diar en el sendero. La frase «ser salvo para siempre» se toma en el sentido de significar la certeza de pasar adelante en el actual período de evolución, y no quedar rezagados el «día del Juicio», en el promedio de la quinta ronda, cuando Cristo, que habrá entonces descen-dido a la materia, declare quiénes pueden y quiénes no alcanzar la meta de evolución señalada a la presente cadena planetaria, dependiendo esta decisión del adelanto evolutivo de cada individuo. No hay condenación eterna. Es sencillamente, como dice Cristo, condenación eoniana. Habrá quienes no puedan seguir adelante en el actual período de evolución, pero sí po¬drán en el próximo período, de la propia suerte que un alumno sus-penso en un curso de estudios puede seguir adelante y aún colocarse a la cabeza de la clase al repe¬tir el curso el año siguiente.
No se figure el candidato que por haber entrado en la corriente está ya exento de pruebas, luchas y dificulta¬des. Por el contrario, habrán de ser todavía más intensos sus esfuerzos aunque dispondrá de mayor for-taleza para realizarlos. Su poder será mucho mayor que antes, pero tam-bién lo será su responsabilidad. Ha de considerar que no es él, como sepa-rado ser, quien ha subido un pel¬daño que lo coloca sobre sus prójimos, sino que más bien debe alegrarse de que por su medio se vaya realizando algún tanto la humanidad, libertándose en la misma pro¬porción de sus ca-denas y enalteciendo mucho más su conciencia. Siempre le acompaña la bendición de la Fraternidad, pero descenderá sobre él en la misma me-dida en que la derrame sobre los demás, porque tal es la eter¬na ley.

La Segunda Iniciación Mayor

» EL BAUTISMO »

La Primera Iniciación se ha realizado. CRISTO ha nacido en Be-lén (en el corazón del Iniciado). El Alma ha alcanzado su expresión ex-terna, y ahora con esta alma, el iniciado individual va hacia la grandeza.
El Iniciado que ha dado el primer gran paso debe ahora ACEN-TUAR la PURIFICACIÓN de la naturaleza inferior, esencial para el pre-facio de la SEGUNDA INICIACIÓN. El BAU¬TISMO de Juan el Após-tol, fue el símbolo de esta purificación. La segunda Iniciación constituye la crisis en el dominio del cuerpo astral. Así como en la primera Inicia-ción se mani¬fiesta el dominio del cuerpo físico denso, así en la segunda se manifiesta análogamente el dominio del astral. El sacrificio y la muerte del deseo han sido la finalidad del esfuerzo. El Ego dominó al deseo, y sólo se anhela lo bueno para la colectivi¬dad y estar en armonía con la vo-luntad del Ego y del Maes¬tro. El elemental astral queda sometido, se lim-pia y purifica el cuerpo emocional y decae rápidamente la naturaleza infe¬rior. En este momento, el Ego apresa con renovada energía los dos vehí-culos inferiores, y los somete a su voluntad. La aspiración y deseo de ser-vir, amar y progresar llegan a ser tan intensos, que usualmente se nota rá-pido desarrollo. Esto nos explica que frecuentemente aunque no de un modo invariable, siguen una a otra en una sola vida la segunda y tercera iniciación. En el actual período de la historia del mundo se ha dado tal es-tímulo a la evolución, que las almas anhelosas, al sentir la angustiosa y perentoria necesidad de los humanos, lo sacrifican todo a fin de satisfacer esa ne¬cesidad.
Así como en la Primera iniciación, generalmente, es dinamizado el CHAKRA CARDÍACO, en la Segunda suele dinamizarse el CENTRO LARÍNGEO, lo cual supone una mayor actividad que ocasionalmente puede expresarse por medio de la palabra hablada o escrita. El candidato que ha recibido la primera iniciación está ya definitivamente en el sende-ro que conduce al adep¬tado y ha transpuesto el portal del camino que del cono¬cimiento humano lleva al superhumano. Mirando desde abajo este sendero, causa sorpresa que el candidato no esté ya exhausto después del trabajo que le costó llegar a la primera iniciación y que no retroceda des-corazonado al ver las ingentes alturas que ante sus pasos se yerguen en el siempre ascendente sendero. Mas ha bebido en la fuente de la vida y «su fortaleza vale por la de diez, porque su corazón es puro» y el esplendor de la humanidad ideal que descubre con siempre creciente limpidez tiene pa-ra él un inspirador atractivo que no admite comparación con ningún inte-rés ni estímulo material.

La SEGUNDA INICIACIÓN da por resultado un notable des-envolvimiento y expansión del CUERPO MENTAL

El período subsiguiente a la segunda iniciación es para el iniciado el más peligroso de todos los del sendero, aunque mientras no se alcanza la quinta iniciación, siempre hay riesgo de retroceder o de errabundear durante algunas encarnaciones. Pero especialmente en dicho período se descubre si hay tal o cual flaqueza en el carácter del iniciado. Debiera ser imposible el retroceso para quien tan excelsa altura alcanza; y, sin em-bargo, la experiencia nos enseña que por desgracia así ha suce¬dido algu-nas veces. En casi todos los casos, el peligro está en la soberbia. Si el ca-rácter del iniciado tiene la más leve mancha de soberbia está en riesgo de caída. Lo que en el mundo físico llamamos inteligencia no es más que un sencillo reflejo de la verdadera inteligencia; y no obstante hay en el mun-do físico quien se engríe de su inteligencia y de su intuición. Por lo tanto, cuando un hombre adquiere siquiera la vislumbre de lo que su in¬teligencia será en el porvenir, le amenaza un grave ries¬go, y sufrirá terri-blemente si por ello se ensombrece. Tan sólo una incesante y creciente vigilancia le capacitará para traspasar con éxito feliz este período, por lo que debe esforzarse constantemente en borrar toda huella de orgullo, ego-ísmo y prejuicio.
Antes de la próxima Iniciación, la Tercera, se debe sumergir el punto de vista personal en las necesidades del conjunto de la huma¬nidad, lo que implica el dominio de la mente concreta. Tras la Se¬gunda Inicia-ción, el Iniciado aprende el control de su vehículo Mental, se capacita pa-ra manejar esta materia, y aprende la construcción de pensamientos crea-dores.

La Tercera Iniciación Mayor

“LA TRANSFIGURACIÓN”

La Tercera Iniciación está representada en el simbolis¬mo cristia-no por la Transfiguración de Cristo en el monte Tabor ante sus discípu-los. Se transfiguró de modo que «su rostro brillaba como el sol y sus ves-tidos eran blan¬cos como la luz, tan sumamente blancos como la nieve, hasta el punto de que ningún batanero de la tierra fuera capaz de darles mayor blancura». Esta descripción su¬giere el concepto del Augoeides, el hombre glorioso, y pinta exactamente lo que sucede en la tercera inicia-ción, porque así como la segunda concierne principalmente al desenvol-vimiento del cuerpo mental, la tercera se relaciona con el del causal. El ego se pone en más íntimo contacto con la mónada y en verdad así se transfigura. Aún la misma personalidad recibe la influencia de esta ma-ravillosa efusión.
En la Tercera Iniciación llamada, toda la personalidad se sumerge completamente en la supre¬ma Luz. Después de esta Iniciación la Mónada guía definidamente al Ego, infiltrando crecientemente Su vida divina en el predispuesto y purificado canal. Después de la segunda Iniciación as-ciende de nivel la enseñanza. El iniciado aprende a dominar el vehículo mental; aduce la capacidad de operar con la materia mental y apren¬de las leyes de construcción del pensamiento creador. Actúa libremente en los cuatro subplanos inferiores del plano men¬tal; y antes de la tercera Inicia-ción debe dominar consciente o inconscientemente los cuatro subplanos inferiores, de los tres mundos. Profundiza su conocimiento del micro-cosmos y domina teórica y prácticamente en gran medida las leyes de su propia naturaleza.
De nuevo se señala una visión del porvenir. El iniciado está dis-puesto en todo momento a reconocer a los demás miembros de la Gran Logia Blanca, estimular sus facultades psíquicas y la vitalización de los centros de la cabeza. Hasta pasada esta iniciación no es necesario ni aconsejable desarro¬llar las facultades sintéticas de clariaudiencia y clari-videncia. La finalidad de todo desarrollo es el despertamiento de la intui-ción espiritual; y una vez lograda, cuando el cuerpo físico es puro, el cuerpo astral estable y firme, y está dominado el cuerpo mental, entonces el iniciado puede manejar y usar sabiamente las facultades psíquicas en auxilio de la raza, y, además, es ya capaz de crear y vitalizar claras y bien definidas formas de pensamiento, pulsando en ellas el espíri¬tu de servicio sin sujeción al deseo ni a la mente inferior. Estas formas de pensamiento no serán (como las creadas por la generalidad de los hombres) formas sin cohesión, relación ni unión, sino que alcanzarán un alto grado sintético. Ardua e incesante ha de ser la obra, antes de que esto pueda hacerse, pero una vez estabilizada y purificada la naturaleza de deseos, es más fácil el dominio del cuerpo mental.
Pero cuando el iniciado realiza mayor progreso y ha tras¬puesto dos iniciaciones ocurre un cambio. El Señor del Mun¬do, el Anciano de los Días, el inefable Regente confiere la tercera Iniciación. ¿Por qué es esto posible? Porque el cuerpo físico, plenamente consagrado, ya puede soportar con seguri¬dad las vibraciones de los otros dos cuerpos, cuando vuelvan a su refugio a causa de la presencia del Rey; porque el astral pu-rificado y el mental dominado ya pueden presentarse con seguridad ante el Rey. Cuando ya purificados y dominados pueden mantenerse a pie fir-me, y por vez primera vibran conscientemente ante el rayo de la mónada, entonces se per¬mite y logra la capacidad de ver y oír; Y la facultad de leer y de comprender los anales puede emplearse con seguridad, puesto que al mayor conocimiento acompaña mayor poder. El corazón es ya suficien-temente puro y amoroso y el intelecto lo bastante estable para resistir la tensión de conocer.

Apuntes:

Desde un punto de vista JERÁRQUICO la TERCERA INICIA-CIÓN, es considerada como la PRIMERA verdaderamente importante. Ya que es la que vincula estrechamente al hombre, hasta ahora inferior, con su aspecto más elevado o «YO DIVINO», el ESPÍRITU del hombre.

A nota de introducción CÓSMICA, consideremos que nuestro ESQUEMA PLANETARIO está unido internamente a otros Esquemas y Sistemas Planetarios, siendo el SISTEMA DE SIRIO un punto vinculan-te en el Sendero que eligen algunos MAESTROS de nuestra Humanidad pa¬ra seguir evolucionando y sirviendo. Es precisamente en este ES-QUEMA DE SIRIO, donde nuestra TERCERA GRAN INICIACIÓN es su PRIMERA.

También recordaremos, que es en la TERCERA INICIACIÓN donde tiene lugar de una for¬ma natural la ASCENSIÓN DE LA ENER-GÍA KUNDALÍNICA, o Fuego Serpentino situada en la base de la espi-na dorsal. Hasta entonces su prematuro despertar puede, y de hecho oca-siona a menudo, muchos trastornos en el ser humano. Cuando los instin-tos están dominados, las emociones subyugadas y el vehículo mental in-tegrado con el ALMA, es entonces cuando el CANAL está preparado, y el FUEGO ÍGNEO puede circular por él, purificando y potenciando al hombre de una forma natural y rítmica.

Toda posibilidad de cólera o de odio (Patigha). En esta etapa se encontrará dispuesto él a auxiliar a algún enemigo tan es¬pontáneamente como a un amigo, y será para él tan gozoso ayudar a un adversario como a su más caro pariente. En la alegoría Evan¬gélica, vemos cómo había terminado toda repulsión para el Cristo cuando «a la mujer que era peca-dora» le permitió acercarse a Él, la¬var Sus pies con sus lágrimas, enjugar-los con su cabellera. El discípulo aprende en esta etapa a elevarse sobre toda atracción y toda repulsión.
La Cuarta Iniciación Mayor

“LA RENUNCIACIÓN y LA CRUCIFIXIÓN”

En la terminología budista se llama arhar que ha re¬cibido la cuar-ta iniciación, y significa el capaz, el bene¬mérito, el venerable, el perfecto. Los Induistas le llaman el paramahamsa, el que está más allá del hamsa. Los libros orientales encomian muchísimo al iniciado de la cuar¬ta porque conocen que se halla en altísimo nivel. En la simbología cristiana la cuarta iniciación está re¬presentada por las angustias sufridas en el huerto de Getsemaní, la crucifixión. La cuarta iniciación difiere de las demás en su extraño doble aspecto de sufrimiento y victoria. Las tres primeras iniciaciones están respectivamente simbolizadas en el cristianismo por el Nacimiento, el Bautismo y la Transfi¬guración, mas para simbolizar la cuarta fueron necesa¬rios varios sucesos. La Crucifixión con todos los su-fri¬mientos que la precedieron sirvió para simbolizar el as¬pecto aflictivo, mientras que el aspecto gozoso está representado por la Resurrección y el triunfo sobre la muer¬te. En esta etapa siempre hay sufrimiento físico, as-tral y mental, ludibrio de las gentes, hostilidad del mundo y aparente fra-caso, pero también hay siempre en los pla¬nos superiores, el esplendente triunfo desconocido para el mundo exterior. La especial índole del sufri-miento que aflige al candidato en esta cuarta iniciación elimina cuantos residuos kármicos puedan interponerse todavía en su camino, y la pacien-cia y alegría con que lo soporte contribuirán valiosamente a fortalecerle el carácter y ayudarle a determinar su grado de utilidad en la obra que le aguarda. El antiguo proverbio que dice “no hay corona sin cruz” puede interpretarse en el sentido de que sin el descenso del hombre a la materia, sin atarse a ella como a una cruz, sería imposible para él resucitar y reci-bir la corona de gloria.
Desde esta cuarta etapa es consciente el arhat en el plano búdico aunque actúe en el físico, y al dejar este último durante el sueño o el éxta-sis, se transfiere su conciencia a la inefable gloria del plano nirvánico.
Entre la Tercera y Cuarta Iniciaciones, existe El Golfo del Silen-cio; durante el cual el iniciado se siente sólo, suspendido en el vacío, sin nada en la tierra en qué confiar, sin nada en el cielo a qué aclamar, y aún con la visión de lo supremo enturbiada y apocada, según se simboliza por la Agonía en el Huerto. Siguiendo ade¬lante, a través de las etapas de la Pasión, se ve a sí mismo traiciona¬do, negado, rechazado, sostenido sobre la cruz de la agonía para que todos los hombres se burlen de él y lo des-precien; escucha la cen¬sura de sus enemigos: «Salvó a otros y Él mismo no pudo salvarse», prorrumpe en aquel grito desgarrador del corazón: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» Sé encuentra a sí mismo en aquella completa soledad para siempre, y al perder al Dios fue-ra de Él, lo encuentra finalmente dentro de sí. Entonces se cumple la Cuarta Iniciación (la crucifixión y la re¬surrección del Cristo) Ya es quien ha llegado a ser el Cristo cruci¬ficado y, por consiguiente, el auxiliador del mundo. Para él, la soledad terminó por completo porque ha encontrado la Vida Una y la conoce para siempre. Llegó a ser, de acuerdo con la fraseo-logía Hindú, el «Pararnahansa», «aquel que está más allá del Yo y Él», donde ya no existe ni aún la distinción entre «‘Yo» y «Él», sino don¬de úni-camente existe el «Uno»; y, de acuerdo con la nomenclatura Budista, el «Arhat», el Venerable, el Perfecto, el Digno, sin ninguna otra encarna-ción obligatoria para él. En lo sucesivo su conciencia del plano Búdico subsiste mientras permanece aún en el cuerpo físico y cuando abandona ese cuerpo durante el sueño o trance, pasa instantáneamente a la inena-rrable gloria del plano Nirvánico.
La Iniciación de la Crucifixión tiene un rasgo instructivo so¬bresaliente, conservado para nosotros en el nombre dado fre¬cuentemente a la cuarta iniciación: La Gran Renunciación. Una enorme experiencia es concedida al iniciado en este momento; com¬prende (porque ve y sabe) que el antakarana ha sido exitosamente completado y que allí hay una línea directa de energía desde la Tríada espiritual hasta su mente y cere-bro, vía el antakarana. Esto pone en el primer plano de su conciencia, el reconocimiento re¬pentino y asombroso de que el alma misma, el cuerpo egóico en su propio nivel, y lo que durante edades ha sido la supuesta fuente de su existencia, su guía y mentor, ya no es necesario; como per-sonalidad fusionada con el alma tiene ahora relación directa con la Mó-nada el Espíritu. Se siente despojado e inclinado a exclamar como lo hizo el Maestro Jesús ¿»Dios mío, Dios mío, por qué me has abandona-do?» Pero hace la renunciación necesaria y el cuerpo causal, el cuerpo del alma, es abandonado y desaparece. Ésta es la renunciación culminante y el máximo gesto de edades de peque¬ñas renunciaciones; la renunciación marca la carrera de todos los aspirantes y discípulos la renunciación, conscientemente en¬frentada, comprendida y realizada.
La evolución misma es un proceso de abandono, de renunciación. El símbolo de todo este proceso es la Crucifixión, la Gran Renunciación. Ésta, la cuarta iniciación, probablemente sea la más culminante de las cinco que conducen a la Maestría. No necesariamente la más difícil, sino la más culminante. Se dice que la más difícil es la segunda, como cual-quiera que se acerque a ella sabrá de sobra, por tenérselas que ver con el cuerpo astral, y con todos sus poderosos mecanismos de respuesta. Es muy difícil controlar todo eso, y recibir, por tanto, la segunda iniciación. Pero la culminante, la que realmente alcanza la divinidad a la que aspira-mos, es la cuarta iniciación. El término mismo con que se la conoce, la Crucifixión, o mejor; la Gran Renunciación, manifiesta exactamente lo que se precisa en este proceso. Es una renunciación. No se trata de ser un “santurrón”. El objetivo del iniciado no es el de ser mejor ni más simpáti-co que otro, ni hacer mejores obras que otro, ni ser reconocible como una persona muy especial o muy espiritual.

En la cuarta iniciación, el alma misma, el divino intermediario entre el principio vida, la Mónada, y su reflejo en el plano físico, la personali-dad, no se necesita ya más, y el Ángel solar emprende el vuela al Sol.

La Quinta Iniciación Mayor

“LA REVELACIÓN Y LA RESURRECCIÓN”

Después de la cuarta Iniciación, ya no queda mucho por hacer. El dominio del sexto subplano prosigue rápidamente, y se coordina la mate-ria de los subplanos superiores del búdico. Se admite al iniciado en más estrecho trato con la Logia y su contacto con los devas es más completo. Va agotando rápidamente los recursos de la Sala de la Sabidu¬ría, y domi-nando los más intrincados planes y esquemas. Se convierte en adepto en cuanto se refiere al color y al sonido; puede operar con la ley en los tres mundos, y entrar en contacto con su mónada con mayor libertad que la de la mayoría de la especie humana para entrar en contacto con el Ego. Tie-ne también a su cargo mucho trabajo; enseña a discípulos, ayuda en mu-chos planes y reúne bajo su dirección a quienes han de auxiliarle en tiem-pos venideros. Esto se refiere tan sólo a los que se quedan en este mundo para ayudar a la humanidad. Más adelante nos ocuparemos de algunas de las líneas de actuación que se extienden ante el Adepto que transciende el servicio de la tierra.

El iniciado pasa entonces por la Quinta Iniciación simbo¬lizada por la Resureción del Cristo y llaga a ser el Jivamnukta, la «vida liberada» del Hindú; el asekha, el que ya nada tiene que aprender, según el Budis-mo. Habiendo cumplido el ciclo de humanidad y llenado el ideal del Di-vi¬no Humano, es ahora el Hombre Perfecto, Maestro de la vida y de la muerte, libre de toda las ligaduras que puedan atarle, y con todos los po-deres conferidos a él en los cielos y en la tierra. Ha na¬cido por la última vez y ha alcanzado la salvación final. Ha logrado la vida eterna y se en-cuentra ahora entre los muchos Hermanos de los cuales el Cristo es el Primogénito; ha llegado a ser «un pilar en el templo de mi Dios el cual jamás saldrá de allí», y ha logrado ya “la estatura de la plenitud del Cristo”.
Habiendo cumplido su peregrinación, el Adepto ve, ahora ante sí, según ya se dijo, siete caminos, siete senderos de gloria y de poder, que lo conducirán hacia los grandes reinos de la vida superfísica, todos los cua-les, excepto uno, lo libran para siempre de la carga de la carne humana, y se extienden muy lejos de nuestra tierra. A medida que él contempla estos siete senderos, den¬tro de la exquisita música que lo rodea, surge un soni-do de angustia y de dolor, escucha Él el grito del mundo en su miseria, en su obs¬curidad, en su agotamiento espiritual, en su degradación moral, el grito de la humanidad esclavizada, y mira la incierta búsqueda del igno-rante, del desamparado y del ciego. Entonces, movido a compa¬sión y por su antigua simpatía hacia la humanidad de la cual Él es ya una flor, se vuelve hacia atrás, hacia el mundo que ha dejado, y en lugar de desechar el peso de la carne lo toma de nuevo, para soportarla aún, a fin de poder ayudar a la humanidad. Hollando el Sen¬dero de Santidad, Él ha alcanzado la perfección, ha vencido a la muerte y conquistado la inmortalidad. Ha logrado la Libertad y vive ahora en lo Eterno. Pero, siendo perfecto, per-manece Él para ayudar a quienes somos aún imperfectos; habiendo Él realizado la Eternidad, se queda entre las sombras del tiempo hasta que nosotros también la realicemos. Ha franqueado la entrada a la felicidad y la mantiene abierta, permaneciendo a su lado, a fin de que nosotros po-damos tras él entrar, pues Él, que fue el primero en triunfar, se desig¬na a Sí mismo como el último en gozar.
Y así llega él a ser lo que llamamos un Maestro; un lazo entre Dios y el Hombre; un Espíritu liberado, deseoso de soportar aún el fardo de la carne, a fin de no perder el contacto con la humanidad que ama, y de ponerse a sí mismo al servicio de ella por el acto supremo de renun-ciación, permaneciendo en la esclavitud hasta que estén libres, y yendo al Nirvana cuando todos puedan ir mano a mano con él. Él y otros como él, elevándose en grado, más allá del grado de sabiduría y poder superhuma-nos, forman la Oculta Jerarquía que consta de los Guardianes del mundo, Quienes perma¬necen con nosotros para dirigir, enseñar, guiar y definiti-vamente ayudar a la humanidad a lo largo del difícil camino de la evolu-ción hu¬mana.
Toda la Naturaleza se regocija en su triunfo, porque un nuevo Salvador de la Humanidad se ha unido a las de los que viven para darse por entero como se da el Logos. Se dice que cuando uno de nuestra Humanidad alcan¬za la Perfección. Toda la Naturaleza se estremece de gozosa reverencia y se siente conquistada. La estrella de plata titila la nueva a las flores nocturnas, el arroyuelo la murmura a los guijarros, las obscuras olas del Océano la bramarán a las batidas rocas, las perfumadas brisas la cantan a los valles, los soberbios pinos susurran misteriosamen-te: «un Maestro ha surgido, un Maestro del día»

Puede trabajar a través de un cuerpo físico (con sus envoltu¬ras su-tiles) o no, como lo juzgue conveniente. Comprende, como individuo, que no necesita ya un cuerpo físico o una conciencia astral, y que la men-te es sólo un instrumento de servicio. Funciona, ahora en un cuerpo de luz que posee, su propio tipo de sustancia. Sin embargo, el Maestro puede construir un cuerpo que le permi¬tirá acercarse a Sus discípulos que entran y también a los que han recibido las iniciaciones superiores; cuando es necesario cons¬truirá normalmente Su cuerpo a semejanza de la forma humana, haciéndolo instantáneamente y por un acto de la voluntad. La mayoría de los Maestros que trabajan definidamente con la hu¬manidad, conservan el antiguo cuerpo en que recibieron la quinta iniciación, o sino construyen, con sustancia física, el «mayaviru¬pa» o cuerpo de maya. Es-te cuerpo aparecerá en la forma que tuvo originalmente al recibir la ini-ciación.
Cuando hemos alcanzado el estado Crístico, ¿se han regenerado todas las células de nuestro cuerpo? Durante la última fase del proceso evolutivo el Sendero de Iniciacióntiene lugar una transformación en la estructura celular de los sucesivos cuerpos del iniciado. Se absorbe cada vez más materia de naturaleza subatómico (es decir, luz) que gradualmen-te reemplaza a la materia de sustancia atómica. En la quinta iniciación la Resurrección el proceso se ha completado, y el Maestro realizado en Dios ha logrado Su meta sobre este planeta: Él y Su cuerpo son perfectos e “incorruptibles”, como se denomina en la Biblia cristiana.

LOS 7 SENDEROS del Maestro:

Cuando el Iniciado encara ante sí la QUINTA Iniciación, y así al-canzado la MAESTRÍA, se abre ante Él un abanico de Siete PUERTAS o SENDEROS de servicio y evolución, que deberá elegir. Aunque este te-ma trasciende cualquier razonamiento o descripción humana, diremos que sólo una de esas puertas es El Sendero del servicio terrestre: Es el Sen-dero que retiene al hombre enlazado con la Jerarquía, por haberse consa-grado al servicio de nuestro planeta, en ayuda de sus evoluciones. Siguen este Sendero los que actúan a las órdenes del Señor del Mundo, en los siete grupos de Maestros de Sabiduría. No siguen este Sendero muchos Adeptos, pues sólo se permite el número sufici¬ente para llevar satisfacto-riamente adelante la evolución planetaria.
Después de la QUINTA INICIACIÓN, el hombre se ha perfec-cionado en lo que se refiere a este sistema, aunque si lo desea puede reci-bir otras dos Iniciaciones, y otras más fuera de nuestro sistema.

Efectos de la Iniciación sobre el Iniciado

Si bien todas las Iniciaciones Mayores tienen lugar en el Plano Mental, esto no implica que las repercusiones de las considerables des-cargas de energía sobre el Iniciado se limiten a ese Plano, sino que tienen una amplia y estudiada repercusión en sus vehículos, a todos los niveles, por ejemplo:

1. En el CUERPO ETÉRICO. Sobre los Chakras, que reciben un poderosísimo estímulo y acrecientan así su energía propia, capa-citando al Iniciado para poder llevar a la práctica los planes que, hasta ese momento había considerado como irrealizables.

2. En el CUERPO FÍSICO:

a) En los centros o plexos nerviosos y en las correspondientes glándulas, tales como la Pineal y la Hipófisis, que iniciarán un rápido desarrollo, despertándose así las fa¬cultades clarivi-dentes superiores, con pleno control y con¬ciencia por parte del Iniciado.

b) En el sistema nervioso, que es la concretización y el inter-mediario del cuerpo Astral, fortificándolo y sensibili¬zándolo a la vez, convirtiendo al cerebro en un transmisor eficaz de las intuiciones búdicas.
3. En la MEMORIA: Que irá progresivamente incluyendo aspec¬tos del Plan Jerárquico, en las líneas que se hallan vinculadas con el trabajo personal. «La expansión de conciencia, dice el Maestro D.K. incluye al cerebro físico, de otro modo no tendría valor.»

EN LOS CHAKRAS:

En la ceremonia de la Iniciación todos los Chakras están ac¬tivos, y los cuatro inferiores comienzan a transferir la energía a los tres superio-res. Esta energía es la denominada Kundalini, que ordinariamente per-manece acumulada en el Chakra Mula¬dhara, de la base de la columna vertebral. En esta ocasión es despertada y dirigida a uno de los Chakras superiores, que va¬ría según la naturaleza del Iniciado y el grado de la Ini-ciación. El Chakra acrecienta entonces su actividad, la rapidez de sus gi-ros, y la energía emanada. Consiguientemente se activan algu¬nas espiri-llas de los átomos permanentes de los cuerpos infe¬riores. A partir de la Tercera Iniciación son los átomos perma¬nentes de la Tríada los activados. Igualmente se triplica el canal de energía del Alma que afluye a la Perso-nalidad y a los cuerpos inferiores.

Una vez el Iniciado ha recibido la aplicación del Cetro, se con-vierte en miembro de la Logia, y los Maestros se reti¬ran junto con los componentes del Triángulo Focal y los Padrinos, cada uno a sus puestos correspondientes, en tanto que los Iniciados del mismo grado que el re-cién admitido le rodean y ayudan en las fases finales de la ceremonia. Los que poseen un grado inferior se retiran al fondo del Aula de Iniciación en Shamballa, y se encuentran aislados mediante un muro vibratorio del re-sto de los acontecimientos. Enton¬ces se consagran a una profunda medi-tación y a la entona¬ción de ciertas fórmulas. Dentro del muro se recibe el Ju¬ramento del Iniciado y se le confían las Palabras de Poder y uno de los Siete Secretos Cósmicos, según el Grado de la Iniciación. El Juramento es realizado por el Iniciado, repitiendo frase por frase la fórmula que le indica el Iniciador. Al final de algunas de ellas los Iniciados del mismo grado entonan unas palabras en Senzar que significan «Así sea».

1. El Iniciado expone la naturaleza del propósito que le mue¬ve, afirma la voluntariedad de su actitud, declara su com¬prensión, y promete no revelar nada de lo que le ha sido expuesto del Plan Logoico.

2. Se compromete solemnemente con la Logia y con el con¬junto de Almas de todos los hombres, así como a guar¬dar en secreto el as-pecto del Alma que le ha sido reve¬lado, y asimismo las relaciones entre el Logos Solar, el Logos Planetario y el Esquema de la Tie-rra.

3. Promete asimismo mantener en secreto el conocimiento del acce-so a las Fuentes de energía con las que ha en¬trado en contacto, así como de las formas de manipula¬ción de la misma; y SU firme compromiso de utilizarla únicamente en favor de la Evolución.

Cada frase del Juramento corresponde a uno de los tres As¬pectos del Logos, y le facultan para la recepción de determina¬dos tipos de ener-gía que proceden de cada uno de los tres primeros Rayos, enfocados por los Jefes de los Departamentos de la Jerarquía. Esa energía repercute en el recién Iniciado y en todos los que participan del mismo Grado.

“Relato Sencillo De Una Iniciación.”
Por Vicente Beltran Anglada.

“…….EL Maestro nos hace presenciar la Iniciación de un compañero de gru-po…” “… Aunque aparentemente me hallaba solo en aquel “lugar” donde iba a tener efecto la Iniciación de nuestro hermano de grupo, sabía con profunda certeza que eran muchos los iniciados y discí¬pulos de los distintos Ashramas que estaban «allí» y que asistían como yo a aquella ceremonia iniciática, contribuyendo más o menos directamen-te al desarrollo de la misma. Nada me era posible ver en aquella pri-mera fase de contacto, excepto una gran cantidad de puntos lumino-sos de distintos colores, simétricamente distribuidos y tejiendo y des-tejiendo figuras geométricas en medio de aquellas ráfagas de luz que como olas de vida universal iban llenando la inmensidad de aquel «recinto sagrado».
Pero al dirigir la atención hacia el lugar que intuitivamente sabía que debía ocupar el HIEROFANTE, pude apreciar claramente que se trataba de Cristo. Por algún tiempo, durante el período preli-minar de aquella ceremonia pude contemplar su radiante silueta des-tacándose nítidamente dentro de un fondo de luz insolada. Más tarde, todo desapareció de mi vista, todo pareció esfumarse para mi limita-da visión, debido quizás al hecho de que mi percepción interna no me permitía «penetrar» todavía ciertos aspectos de aquel ritual sagrado. Me sentía profundamente penetrado, sin embargo, del augusto secre-to que en aquellos momentos se estaba revelando y podía ver clara-mente a mi hermano de grupo, el candidato a la iniciación y trataba de compartir en la medida de mis fuerzas la responsabilidad infinita de aquellos momentos inolvidables. De vez en cuando, una ráfaga de percepción me permitía abarcar el conjunto formado por el Cristo, los dos maestros que apadrinaban al candidato y a éste en el centro del Triángulo formado, por los Tres.
La Luz se había adueñado de todo el «lugar», o «recinto», pe-ro del fondo intensamente iluminado continuaba destacándose la Luz de Cristo, que resplandecía de manera tal que la propia Luz del lugar quedaba como oscurecida. Pude ver en ciertos momentos recortándo-se muy definidamente de todo aquel océano de Luz, no su Faz res-plandeciente, sino la inmaculada estrella de cinco puntas, el símbolo sagrado de Cristo, que representa la perfección del Hombre, la unión de los aspectos divinos de Voluntad e Inteligencia dentro de un Cen-tro de Amor infinito, la fusión de los dos Sonidos creadores, o Man-trams sagrados el doble OM y el triple AUM den¬tro del eterno marco de la evolución planetaria. Y sentí mi corazón profundamente sobre-cogido por la inmensidad de aquel Misterio de Unión inenarrable.
La estrella de Cristo irradiaba una Luz que dejaba oscura la propia luz, magnificente sin embargo de aquel lugar sagrado donde se estaba realizando aquella trascendente ceremonia. Pude com¬prender entonces directamente y sin intermediarios, el significado exacto de aquellas frases esotéricas: «Dentro de la Luz verás la LUZ» y «Cristo, la LUZ del mundo», perdidas antaño en el laberinto de las ecuaciones mentales. Y mi corazón resplandeció de gozo.
Hubo un momento cumbre durante el desarrollo de aquella experiencia iniciática en que la propia luz de Cristo palideció cuando una Luz todavía mayor «invadió» o se posesionó del lugar, llenando de un dinamismo indescriptible cada una de las partículas de luz que se estaban liberando a través del ritual mágico. Esta invasión de la po-tencia ígneoelectrica de Shamballa tuvo lugar inmediata¬mente, del corazón de la estrella del Cristo se elevó hacia el Altísimo la sustancia del Verbo solar en aquellas sacramentales palabras: «PADRE, HAGO ESTO EN TU NOMBRE». La respuesta inmediata fue la aparición de un Círculo más luminoso que toda posible LUZ, puesto que irradiaba directamente del propio SANAT KUMARA, el Señor del Mundo.
La estrella del Cristo de un brillo intensamente azulado en aquellos momentos, resplandecía indescriptiblemente dentro de un círculo de luz dorada, cuya intensidad, belleza y dinamismo están más allá de toda descripción. Hubo otro momento, mientras la cere-monia se acercaba a su culminación, en que el dotado círculo desapa-reció de mi vista para adoptar la forma de una estrella de nueve pun-tas que irradiaba sobre la estrella del Cristo la extraordinaria potencia del fuego de Shamballa. Comprendí entonces el alcance universal de aquella afirmación esotérica, presente en el ánimo de todo verdadero discípulo; motivo de tantas y tan profundas reflexiones: ….. A los Pies del Único Iniciador y viendo brillar Su Estrella… La estrella de Sanat Kumara, símbolo de Sus nueve perfecciones tal como místicamente se menciona derramando sobre la estrella del Cristo el terrible poder del Fuego Eléctrico, era la infalible e irrefutable prueba de que el candida-to a la iniciación, nuestro hermano de grupo, había sido admitido de-ntro de los Misterios sagrados de la Gran Logia Blanca del Planeta.
Esta transmisión de Fuerza se realizaba lógicamente por me-dio de los Cetros de Poder, una prolongación del «Dedo del Señor», tal como podemos leer en los libros sagrados del Antiguo comentario y entrañaban para el Iniciado el Poder de la Eterna Resolución. Los Maestros que apadrinaban a nuestro hermano cons¬tituían, como en el caso de la electricidad corriente, los dos polos, positivo y negativo de la misma, en el centro de los cuales le era posible al recién iniciado mantener en equilibrio estable sus vehículos sutiles y recibir sin peli-gro la fuerza liberadora, aunque extremada¬mente peligrosa del Fuego eléctrico de la Deidad planetaria. Mien¬tras tanto, un grupo especial de Devas protegían el cuerpo físico de nuestro hermano de grupo, sumi-do en profundo sueño, en el lugar previamente elegido por el maes-tro»…….

Ser un iniciado exige todo el poder de cada uno de los aspectos de nuestra naturaleza. No es una tarea fácil. Afrontar las pruebas inevita-bles que enfrentaremos al hollar el sendero que Cristo recorrió, requiere un excepcional valor. Para colaborar sabia y sen¬satamente con el Plan de Dios y fusionar nuestra voluntad con la Voluntad divinal debemos poner en actividad no sólo el más profundo amor de nuestro corazón, sino tam-bién las más agudas deci¬siones de la mente. La iniciación debe contem-plarse como un gran experimento. Hubo una época, quizás cuando se instituyó este proceso de desen¬volvimiento, que fue posible restablecer en la tierra ciertos procesos internos, conocidos entonces sólo por unos po-cos. Luego, lo interno podía presentarse en forma simbólica para enseñar a «los pequeños», más adelante lo mismo pudo ser realizado abiertamente y expresado en la tierra por el Hijo de Dios, el Cristo. La inicia¬ción es un proceso viviente, y mediante él todos quienes se disci¬plinan debidamente y cumplen voluntariamente, pueden ser acep¬tados, analizados y ayudados por ese grupo de Iniciados y Conoce¬dores que son los guías de la raza, conocidos por muchos y diversos nombres en diferentes parte del mundo y en distintas épocas. En Occidente se Los llama Cristo y Su Iglesia, los Hermanos Mayores de la Humanidad. La iniciación es, por lo tanto, una realidad y no una hermosa visión fácilmente lograda, como pareciera es-tablecerlo tantos libros esotéricos y ocultistas. La iniciación no es un pro-ceso que alcanza un individuo cuando ingresa en ciertas organizaciones y que sólo puede comprenderse ingresando en tales grupos. La iniciación no tiene nada que ver con sociedades, es¬cuelas esotéricas u organizacio-nes. Todo lo que pueden hacer es enseñar al aspirante ciertas, bien cono-cidas y fundamentales, «reglas del camino», y dejarlo que comprenda o no, según se lo permitan su ansia y desarrollo, y que atraviese el portal, si su equipo y su destino se lo permiten.
Los iniciados del mundo se encuentran en toda nación, iglesia y grupo, donde haya hombres de buena voluntad activos y donde se preste un servicio mundial. Los grupos esotéricos mo¬dernos no son los custo-dios de las enseñanzas de la iniciación ni es su prerrogativa preparar al individuo para este desarrollo. La mejor enseñanza sólo puede preparar a los hombres para la etapa del proceso evolutivo denominado Discipula-do. El camino al lugar de la iniciación y al Centro donde se encuentra Cristo, es el camino del alma, el camino solitario del propio desenvolvi-miento, desapercibimiento y disciplina. Es el ca¬mino de la iluminación mental y de la percepción intuitiva. Esto fue bien explicado hace muchos años y decía:

«Sin embargo, la verdad es que el hombre inteligente hace del mundo su propia cámara de iniciación, y de la vida misma el umbral de los misterios. Si un hombre puede manejarse a sí mismo con perfección, puede manejar todo lo de-más. Posee la fuerza. El modo exacto de em¬plearla es una mera cuestión de de-talle. Debemos hacer uso de cada oportunidad que se nos presenta, y cuando nada ocurre tratemos de proporcionarnos nuestra propia oportunidad”.

«Los que aspiran a un verdadero progreso deben considerar todo lo que les sucede en la vida como una prueba iniciática, y ser, por así decirlo, Sus propios iniciadores».

La iniciación es por lo tanto una serie gradua-da y positiva de expansiones de conciencia, una creciente y constante percepción de la divinidad y todas sus implicancias.

Capítulo. XV.

“LAS LEYES UNVERSALES”

La existencia así como la vida y la creación no podrían tener ca-bida sin un orden. El equilibrio es necesario y para eso es imprescindible una intencionalidad A pesar de nuestra positiva evolución científica, y sus logros en el campo de la investigación de la energía y la materia, cabe afirmar que todavía está en su primera fase de acercamiento a la verdade-ra CAUSA de la Existencia. Mucho se sabe sobre el ASPECTO FOR-MA de las cosas, sobre el revestimiento material de la vida, pero todavía muy poco sobre su ASPECTO VIDA, en su aspecto superior, esencial o alma de esas mismas.
En un Universo como el nuestro, donde tienen cabida muchos planos, DIMENSIONES o estados subliminales de la materia, la pregunta de cuántas y cuáles son sus LEYES REGULADORAS que nos afectan de una u otra forma, directa o indirectamente, interna o externamente, no tiene una respuesta segura en estos momentos de la evolución humana. Si embargo, y a pesar de nuestra ignorancia, ahí están, condicionando nues-tras vidas y moviéndonos en la marea de la existencia, en el océano de la vida sin poder dirigir seguramente nuestro rumbo (el cual muchas veces desconocemos). Para bien o para mal aunque aparentemente parezca duro la ignorancia tiene un precio, muchas veces doloroso. Sin embargo, siempre hay una salida, y los MAESTROS e INSTRUCTORES DIVI-NOS nos las han mostrado, y aún continúan enseñándola, ahí están sus huellas, sus enseñanzas y obras.
Nacemos sin un manual de instrucciones y aprendemos las lec-ciones casi siempre a través del dolor y del sufrimiento, y aún así en mu-chos casos, nos cuesta aprenderlas. Si preguntamos a un Maestro de Sa-biduría cómo ser feliz, posiblemente nos contestaría diciéndonos que nos DESCENTRALIZÁRAMOS de nosotros mismos y ayudáramos al mun-do. Quizá, alguien diría que es una respuesta sin sentido o poco creíble. Sin embargo, la respuesta es simplemente la puesta en práctica de una LEY DIVINA que todos los Maestros e Iniciados de todos los tiempos han practicado con un 100% de eficacia. Las Leyes siempre actúan a un 100%, de no ser así no serían leyes, sino proyecto de leyes. Y al igual que un conductor de vehículos ha de aprender las leyes y señales de cir-culación, con el fin de viajar seguro y llegar sano y salvo a su destino, así también el ASPIRANTE ha de aprender las LEYES DE LA VIDA, para acelerar su evolución y realizar el PLAN que está en él y le hará libre.
Aquí expondremos algunas de estas Leyes, posiblemente las más importantes para el aspirante y también para el discípulo. Estas Leyes son de vital importancia, siendo necesario su estudio para recorrer el SEN-DERO con seguridad y éxito. Estas LEYES que expondremos a conti-nuación son reconocidas por la mayoría de las escuelas esotéricas del mundo, formando este LEGADO parte del Patrimonio de nuestros «HERMANOS MAYORES» o Maestros de Sabiduría, que sabiamente habían guardado, excepto para aquellos que con seguridad pudieran hacer buen uso de ellas. Hoy en día están al alcance de todos, pero sólo aquellos que sienten el impulso de sus Almas hambrientas de sabiduría, son capaces de sacarles su verdadero provecho…

Las LEYES pertenecen al «TODO».
Todas las cosas pertenecen al «TODO».
Y el «TODO» está en todas y cada una de las cosas.
Al «TODO» se le llama DIOS, y nada se escapa a sus LEYES DIVINAS, porque nada puede existir fuera de ÉL.

Antes de proseguir con nuestros estudios, quisiéramos enunciar-les TRES AFORISMOS (aunque en verdad sólo son uno), que despejan cualquier duda sobre LA OBRA OCULTA:

“ DONDE QUIERA QUE ESTÉN LAS HUELLAS DEL MAESTRO, ALLÍ LOS OÍDOS DEL QUE ESTÁ PRESTO PARA RECIBIR SUS ENSEÑANZAS SE ABREN DE PAR EN PAR ”

“ CUANDO EL OÍDO ES CAPAZ DE OIR, ENTONCES VIENEN LOS LABIOS QUE HAN DE LLENARLOS DE SABIDURÍA ”

“ LOS LABIOS DE LA SABIDURÍA PERMANECEN CERRADOS, EXCEPTO PARA EL OÍDO CAPAZ DE COMPRENDER ”

LOS SIETE PRINCIPIOS HERMÉTICOS

Ningún conocimiento oculto ha sido tan celosamente guardado como los fragmentos de las en¬señanzas herméticas, las que han llegado hasta nosotros a través de las centurias transcurridas desde los tiempos del Gran Fundador “HERMES TRISMEGISTO”, “el elegido de los dio-ses”, quien vivió en el an¬tiguo Egipto, cuando la raza actual estaba en su infancia. Contemporáneo de Abraham, y, si la leyen¬da no miente, instruc-tor de aquel venerable sabio, Hermes fue y es el Gran Sol Central del Ocultismo, cuyos rayos han iluminado todos los conocimientos que han sido impartidos desde entonces. Todas las bases fundamentales de las en-señanzas esotéricas que en cualquier tiempo han sido impartidas a la ra¬za son originarias, en esencia, de las formuladas por Hermes. Aún las más antiguas doctrinas de la India han tenido su fuente en las enseñanzas herméticas.

“Los Principios De La Verdad Son Siete; El Que Comprende Esto Per-fecta¬mente, Posee “La Clave Mágica Ante La Cual Todas Las Puertas Del Templo Se Abrirán De Par En Par”.
El Kybalion

Los siete Principios sobre los que se basa toda la Filosofía Hermética son los siguientes:

I. El principio del MENTALISMO.
II. El principio de CORRESPONDENCIA.
III. El principio de VIBRACIÓN.
IV. El principio de POLARIDAD.
V. El principio de RITMO.
VI. El principio de CAUSA y EFECTO.
VII. El principio de GENERACIÓN.

Veamos a continuación cada Principio por separado:

1. EL PRINCIPIO DEL MENTALISMO

“El TODO es Mente; El universo es mental”.

Este principio encierra la verdad de que «TODO ES MENTE». Explica que el TODO que es la realidad sustancial que se oculta detrás de todas las mani¬festaciones y apariencias que conocemos bajo los nombres de «universo material» «fenómenos de la vida», «materia», «energía» etc., y en una palabra, todo cuanto es sensible a nuestros sentidos materia¬les, es espíritu, quien en sí mismo es incognoscible e indefinible, pero que puede ser considerado como una mente infinita, universal y viviente. Ex-plica tam¬bién que todo el mundo fenomenal o universo es una creación mental del TODO en cuya mente vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Este principio al establecer la naturaleza mental del universo, ex¬plica fácilmente los varios fenómenos mentales y psíquicos que tanto han preocupado la atención del pú¬blico, y que sin tal explicación no son comprensibles y desafían toda hipótesis científica. La comprensión de es-te principio hermético de mentalismo habilita al individuo a realizar y conocer la ley que rige el universo mental, aplicándola a su bienestar y desarrollo. El estudiante de la Filosofía Hermética puede em¬plear cons-cientemente las grandes leyes mentales, en vez de usarlas por casualidad o ser usado por ellas. Con la clave maestra en su poder, el discípulo pue-de abrir las puertas del Templo del conocimiento mental y psíquico y en-trar en el mismo, libre e inteligente¬mente. Este principio explica la verda-dera natura¬leza de la energía, de la fuerza y de la materia, y el cómo y el por qué todas éstas están subordinadas al dominio de la mente. Uno de los antiguos Maes¬tros escribió hace largo tiempo:

«El que comprenda la verdad de que el universo es mental, está muy avan¬zado en el sendero del adeptado».

Y estas palabras son tan verdad hoy en día como lo eran cuando fueron escritas. Sin esta clave maestra el adeptado es imposible, y el es-tudiante que no la posea, en vano llamará a la puerta del Templo…

II. EL PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA

“Como Arriba Es Abajo; Como Abajo Es Arriba”

Este principio encierra la verdad de que hay siempre una cierta correspondencia entre las leyes y los fenómenos de los varios estados del ser y de la vida, y el antiquísimo axioma hermético se refiere precisamen-te a esto, y afirma: «Como arriba es abajo; como abajo es arriba», y la comprensión de este principio da una clave para resolver muchos de los más oscuros problemas y paradojas de los misteriosos secretos de la Na-turaleza. Hay muchos planos que no conocemos, pero cuando aplicamos esa ley de correspondencia a ellos, mucho de lo que de otra ma¬nera nos sería incomprensible se hace claro a nuestra conciencia. Este principio es de aplicación universal en los diversos planos; mental, material o espiri-tual del Cosmos: es una ley universal. Los antiguos her¬metistas conside-raban este principio como uno de los más importantes auxiliares de la mente, por cuyo in¬termedio se puede descorrer el velo que oculta lo des¬conocido a nuestra vista. Su aplicación puede desga¬rrar un tanto el “Velo de Isis”, de tal manera que nos permita ver, aunque sólo sea, algunos de los ras¬gos de la Diosa.
De igual manera que el conocer los principios de la geometría habilita al hombre para medir el diámetro, órbita y movimiento de las más lejanas estrellas, mientras permanece sentado en su observatorio, así también el conocimiento del princi¬pio de correspondencia habilita al hombre a razonar inteligentemente de lo conocido a lo desconocido; es-tudiando la mónada se llega a comprender al arcángel.

III. EL PRINCIPIO DE VIBRACIÓN

“Nada es inmóvil; todo se mueve; todo vibra».

Este principio encierra la verdad de que todo está en movimien-to, de que nada permanece inmóvil. Cosas ambas que confirma por su parte la ciencia mo¬derna, y cada nuevo descubrimiento lo verifica y com-prueba. Y, a pesar de todo, este principio hermé¬tico fue enunciado ya hace cientos años por los Maes¬tros del antiguo Egipto. Este principio ex-plica las diferencias entre las diversas manifestaciones de la materia, de la fuerza, de la mente y aún del mismo espíritu, las que no son sino el resul-tado de los varios estados vibratorios. Desde el TODO, que es puro Espí-ritu, hasta la más grosera forma de materia, todo está en vibración: cuanto más alta es ésta, tanto más elevada es su posición en la escala. La vibra-ción del espíritu es de una intensidad infinita; tanto, que prác¬ticamente puede considerarse como si estuviera en reposo, de igual manera que una rueda que gira rapi¬dísimamente parece que está sin movimiento. Y en el otro extremo de la escala hay formas de materia densísima, cuya vibra-ción es tan débil que parece también estar en reposo. Entre ambos polos hay millones de millones de grados de intensidad vibratoria.
Desde el corpúsculo y el electrón, desde el átomo y la molécula hasta el astro y los universos, todo está en vibración. Y esto es igualmente cierto en lo que respecta a los estados o planos de la energía o fuerza (la que no es más que un determinado estado vibra¬torio, y a los planos men-tales y espirituales. Una perfecta comprensión de este principio habilita al es¬tudiante a controlar sus propias vibracio¬nes mentales, así como las de los demás. Los Maes¬tros también emplean este principio para conquistar los fenómenos naturales.

“El que comprenda el prin¬cipio VIBRATORIO ha alcanzado el cetro del poder”.

IV. EL PRINCIPIO DE POLARIDAD

«Todo es doble; todo tiene dos polos; todo su par de opuestos; los semejantes y los antagónicos son lo mismo; Los opuestos son idénticos en naturaleza, pe-ro diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pue¬den reconciliarse».

Este principio encierra la verdad de que todo es dual; todo tiene dos polos; todo su par de opuestos afirmaciones que son otros tantos axiomas herméticos. Explica y dilucida las antiguas paradojas que han dejado perplejos a tantísimos investigadores, y que literalmente decían: “La tesis y la antítesis son «idénticas» en naturaleza, difiriendo sólo en grado”; “los opuestos son idénticos en realidad, diferenciándose en su graduación”. «Los pares de opuestos pue¬den conciliarse, los extremos se tocan»; “todo es y no es al mismo tiempo “; “toda verdad no es sino me-dia verdad”; «toda verdad es medio falsa», etc. Este principio explica que en cada cosa hay DOS POLOS, dos aspectos, y que los «opuestos» no son, en realidad, sino los dos extremos de la misma cosa, con¬sistiendo la diferencia, simplemente, en diversos gra¬dos entre ambos.
El calor y el frío, aunque opuestos, son realmente la misma cosa, consistiendo la diferen¬cia, simplemente, en diversos grados de aquélla. Mi¬rad un termómetro y tratad de averiguar dónde em¬pieza el calor y dónde termina el frío. No hay nada que sea calor absoluto en realidad, in-dicando simplemente ambos términos, frío y calor, diversos grados de la misma cosa, y que ésta se manifiesta en esos opuestos no es más que los polos de eso que se llama calor, o sea, la manifestación del principio de pola¬ridad que nos ocupa. El mismo principio se manifiesta en la «luz» y la «obscuridad», las que, en resumen, no son sino la misma cosa, siendo ocasionada la dife¬rencia por la diversidad de grado entre los dos polos del fenómeno, ¿Dónde termina la obscuridad y dón¬de empieza la luz? ¿Cuál es, la diferencia entre grande y pequeño? ¿Cuál entre duro y blando? ¿Cuál entre blanco y negro? ¿Cuál entre alto y bajo? ¿Cuál entre posi-tivo y negativo? El principio de polaridad expli¬ca esta paradoja.
El mismo principio opera de idén¬tica manera en el plano mental. Tomemos, por ejem¬plo, el amor y el odio, dos estados mentales comple¬tamente distintos aparentemente, y notaremos que hay muchos grados en-tre ambos; tantos, que las pa¬labras que nosotros usamos para designarlos, «agradable» y «desagradable», se esfuman una en la otra, hasta tal punto que muchas veces somos incapaces de afirmar si una cosa nos causa pla-cer o disgusto. Todas no son más que gradaciones de una misma co¬sa, como lo comprenderéis claramente por poco que meditéis sobre ello. Y aún más que esto, es posible cambiar o transmutar las vibraciones de odio por vi¬braciones de amor, en la propia mente y en la mente de los demás, lo que es considerado como lo más importante por los ocultistas. Muchos de los que leéis estas páginas habréis tenido experiencias en vosotros mismos y en los demás de la rápida e involuntaria transición del amor en odio y recíprocamen¬te. Y ahora comprenderéis la posibilidad de efectuar esto por medio del poder de la voluntad, de acuerdo con las fórmulas herméticas. El «Bien» y el «Mal» no son sino los polos de una misma y sola cosa, y el discípulo comprende y conoce perfectamente el arte de transmutar el mal en el bien, aplicando inteligentemente el principio de polaridad. En una palabra, el «arte de polarizar» se convierte en una fase de la alquimia mental, conocida y practicada por los anti¬guos y moder-nos Maestros ocultistas.

“La perfecta comprensión de este principio capacita para cambiar la propia polaridad, así como la de los demás, si uno se toma el tiempo y estudia lo necesario para domi¬nar este arte”

V. EL PRINCIPIO DEL RITMO

“Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve como un péndulo; la medida de su movimiento a la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación”.

Este principio encierra la verdad de que todo se manifiesta en un determinado movimiento de ida y vuelta; un flujo y reflujo, una oscila-ción de péndulo entre los dos polos que existen de acuerdo con el princi-pio de polaridad. Hay siempre una acción y una reacción, un avance y un retroceso, una ascensión y un descenso. Y esta ley rige para todo: soles, mundos, animales, mente, ener¬gía, materia. Esta Ley lo mismo se mani-fiesta en la creación como en la destrucción de los mundos, en el progre-so como en la decadencia de las naciones, en la vida, en las cosas todas, y, finalmente, en los estados mentales del hombre, y es con referencia a esto último que creen los hermetistas que este principio es el más impor-tante. Los hermetistas han descu¬bierto este principio, encontrándolo de aplicación uni¬versal, y han descubierto, asimismo, ciertos métodos para escapar a sus efectos, mediante el empleo de las fórmulas y métodos apropiados. Emplean para ello la ley mental de neutralización. No pue-den anular el principio o impedir que opere, pero han aprendido a eludir sus efectos hasta un cierto grado, grado que depende del dominio que se tenga de dicho principio. Saben cómo usarlo, en vez de ser usados por él. En este y en otros parecidos métodos consiste la ciencia ESOTÉRICA.

El Maestro se polariza a sí mismo en el punto donde desea que-darse, y entonces neutraliza la oscilación rítmica pendular que tendería a arrastrarlo hacia el otro polo.

Todos los que han adquirido cierto grado de dominio sobre sí mismos ejecutan esto has¬ta cierto punto, consciente o inconscientemente, pero el Maestro lo efectúa conscientemente. Y por el solo poder de su vo-luntad alcanza un grado tal de esta¬bilidad y firmeza mental casi imposible de concebir por esa inmensa muchedumbre que va y viene en un conti-nuado movimiento ondulatorio impulsada por ese principio de ritmo. Es-te, así como el de la pola¬ridad, han sido cuidadosamente estudiados por los ocultistas, y los métodos de contrabalancearlos, neutralizarlos y em-plearlos, forman una de las par¬tes más importantes de la “Alquimia Men-tal” hermética.

VI. EL PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO

“Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo sucede de acuerdo con la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a una ley no conocida; hay muchos planos de causalidad, pero nada escapa a la Ley”.

Este principio encierra la verdad de que todo efecto tiene su cau-sa, y toda causa su efecto. Afirma que nada ocurre casualmente y que to-do sucede conforme a la Ley. La suerte es una palabra varia, y si bien existen muchos planos de causas y efectos, domi¬nando los superiores a los inferiores, aún así ninguno escapa totalmente a la Ley. Los Ocultistas conocen los medios y los métodos por los cuales se puede as¬cender más allá del plano ordinario de causas y efec¬tos, hasta cierto grado, y alcan-zando mentalmente el plano superior se convierten en causas en vez de efec¬tos. Las gentes se dejan llevar, arrastradas por el medio ambiente que las envuelve o por los deseos y voluntades de los demás, si éstos son su-perio¬res a las de ellas. La herencia, las sugestiones y otras múltiples cau-sas externas las empujan como autóma¬tas en el gran escenario de la vida. Pero los Maestros, habiendo alcanzado el plano superior, dominan sus modalidades, sus caracteres, sus cualidades y poderes, así como el medio ambiente que los rodea, con¬virtiéndose de esta manera en dirigentes, en vez de ser los dirigidos. Ayudan a las masas y a los indivi¬duos a divertir-se en el juego de la vida, en vez de ser ellos los jugadores o los autómatas movidos por aje¬nas voluntades. Utilizan el principio, en vez de ser sus instrumentos.
Los Maestros obedecen a la CAU¬SACIÓN de los planos superiores en la que se encuen¬tran, pero prestan su colaboración para regular y re¬gir en su propio plano. En lo dicho está condensado un valiosísimo conoci-miento espiritual práctico: que el que sea capaz de leer entre líneas lo descubra, es nuestro deseo.

VII. EL PRINCIPIO DE GENERACIÓN

“La generación existe por doquier; todo tiene sus principios masculino y femenino; la gene-ración se manifiesta en todos los planos”

Este principio encierra la verdad de que la generación se mani-fiesta en todo, estando siempre en acción los principios masculino y fe-menino. Esto es verdad, no solamente en el plano físico, sino también en el mental y en el espiritual. En el mundo fí¬sico este principio se manifies-ta como “sexo”, y en los planos superiores toma formas más elevadas, pe-ro el principio que subsiste siempre el mismo. Ninguna creación física, mental o espiritual, es posible sin este principio. La comprensión del mismo ilumina mu¬chos de los problemas que tanto han confundido la mente de los hombres. Este principio creador obra siempre en el sentido de «generar», «regenerar y «crear».

Cada ser contiene en sí mismo los dos ele¬mentos de este princi-pio. Si deseáis conocer la filo¬sofía de la creación, generación y regenera-ción men¬tal y espiritual, debéis estudiar este principio hermé¬tico, pues él contiene la solución de muchos de los misterios de la vida. Os advertimos que este princi¬pio nada tiene que ver con las perniciosas y degra¬dantes teorías, enseñanzas y prácticas, que se anun¬cian con llamativos títulos, las que no son más que una prostitución del gran principio natural de genera-ción. Tales teorías y prácticas no son más que la resurrección de las anti-guas doctrinas fálicas, que sólo pueden producir la ruina de la mente, del alma y del cuerpo, y la Filosofía hermética siempre ha alzado su verbo de protesta contra esas licencias y perversiones de los principios naturales. Si lo que deseáis son tales enseñanzas, debéis irlas a buscar a otra parte: el verdadero ocultismo nada contiene sobre ellas. Para el puro todas las cosas son puras; para el ruin todas son ruines.

Las siguientes SIETE LEYES tratan sobre «EL ORDEN DEL UNIVERSO»:

Más adelante, profundizaremos un poco más sobre estas Leyes o Principios ya expuestos. Pero para completar un poco más el conoci-miento existente en las fuentes esotéricas, vamos a dar a continuación un pequeño esbozo sobre otras Leyes o Principios, teniendo éstas en el fondo la misma IDEA que las anteriores.
Puede decirse que todas las normas, códigos, leyes políticas, pen-samientos y creencias religiosas, de cualquier grupo de hombres, nacio-nes e instituciones internacionales que sean, están dentro del Principio Único. Éste acepta e integra a to¬dos. Incluso los fallos y errores, con rela-ción al Orden Univer¬sal, los asume, dándoles la luz adecuada para su in-tegración correcta en Él. Esta integración, que, como llave se ha dicho, contiene todo, está resumida en las siguientes leyes:

Leyes del Orden del Universo

1ª. Todo comienzo tiene un fin.
2ª. Toda cara contiene un dorso.
3ª. Nada hay idéntico.
4ª. A mayor anverso, mayor reverso.
5. Todo antagonismo es complementario.
6ª. Todo cambia.
7ª. Todo proviene del UnoInfinito.

Estas leyes Universales es evidente que para nuestras modernas mentalidades occidentales han de parecernos banales e intrascendentes en su esquematismo. Mas si sabemos despojarnos de nuestros condiciona-mientos formalistas y continuamos acercándonos a esta extraña compren-sión, acabaremos por entrar en el reino de lo Real. Por lo pronto adelan-temos diciendo que los siete aparta¬dos anteriores son dinámicos. Que per-tenecen a la Lógica Universal, por lo que superan a la lógica formal, que es estática. Pueden aplicarse a toda situación, nivel y a todas las cosas y seres existentes en el mundo de la relatividad. Y, además, unifican todos los antagonismos. La lógica formal, como producto del pensamiento que se erige en absoluto, es rígida, ya que es sólo un simple instante de la vida del Universo. Mientras que la lógica Universal es una imagen viva de to-da la vida y de toda cosa. La lógica formal destruye la continuidad. El principio de identidad, el de nocontradicción, son sólo una imagen estáti-ca, acabada y encerrada en el mundo fijo y determinado de la apariencia construida por nuestros sentidos físicos o nuestros instrumentos. Nada es estable o constante en el mundo de lo relativo. Quie¬nes no vean lo ante-rior, buscarán constantes que siempre se¬rán ilusorias. Así, todo lo que ellos piensan ser constante no es más que un «snap’» o fogonazo instantá-neo, ilusorio, no vivo, infinitesimal del Universo Infinito y Eterno. Los ojos analíticos son ciegos al Universo Infinito.

COMENTARIOS PRÁCTICOS SOBRE LOS PRINCIPOS Y LEYES UNIVERSALES

1º) EL PRINCIPIO DE MENTALISMO:

TRANSMUTACION MENTAL
“La mente, así como todos los metales y demás elementos, pueden ser transmutados, de estado en estado, de grado en grado, de condición en condición, de polo a polo, de vibración en vibración. La verdadera trans-mutación ocultista es una práctica, un método, un arte mental”.
El primero de los siete principios herméticos es el de mentalismo, que afirma que «el TODO es men¬te, que el universo es mental». Lo que significa que la única realidad que se oculta tras todo cuanto exis¬te es mente; y el universo en sí mismo es una creación mental, esto es, existe en la mente del TODO.
Si el universo es de naturaleza mental; entonces la transmutación mental debe ser el arte de cambiar o transformar las condiciones del uni-verso. Trátese de la materia, de la energía o de la mente. Así que esa transmutación no es otra cosa que la magia, de la que tanto han hablado los escritores antiguos en sus obras místicas, pero acerca de la cual daban tan pocas instrucciones prácticas. Si todo es mental, en¬tonces la posesión del medio que permita transmutar las condiciones mentales debe hacer del Maestro dirigente y controlador de las condiciones materia¬les, así como de las operaciones llamadas mentales.
Es muy cierto que nadie, excepto los alquimis¬tas mentalistas más avanzados, han alcanzado el grado de poder necesario para dominar las condi¬ciones físicas más densas, tales como los elementos de la natura-leza, la producción y cesación de las tempestades, la producción y cesa-ción de terremotos u otros fenómenos físicos de cualquier clase, pero que tales hombres existieron y que existen es una cosa que no duda ningún ocultista, sea de la escuela que sea. Los mejores instructores aseguran a sus estu¬diantes que los Maestros existen, habiendo aquéllos tenido algu-nas experiencias personales que justifi¬caban su creencia. Estos Maestros no hacen exhibición pública de sus poderes, sino que, por lo con¬trario, permanecen solitarios para poder así actuar y trabajar mejor en el sendero de la realización y el servicio. Tengamos presente que el OCULTISTA, siempre, en toda circunstancia, tiene en cuenta dos AXIOMAS de prime-risimo orden, sin los cuales nada verdaderamente importante podría hacerse. Estos son:

TODO ES ENERGÍA y «LA ENERGÍA SIGUE AL PENSAMIENTO»

Esta es la clave Maestra que jamás debemos olvidar. La cual tiene que ver con el Principio de Mentalismo como es evidente. El que practica la transmutación mental trabaja en ese plano; transformando condiciones y estados mentales en otros, de acuerdo con fórmulas más o menos eficaces. Los varios «tratamientos», «afirma¬ciones», «autosuges-tiones», etc., de las escuelas men¬talistas no son más que esas mismas fórmulas (muy a menudo imperfectas y empíricas) del arte hermé¬tico. La mayoría de los que las practican son unos ignorantes comparados con los antiguos Maestros, porque no poseen el conocimiento fundamental sobre el cual está basada esa operación. No solamente los estados mentales de uno mis¬mo pueden ser transmutados según los métodos ocultistas, sino que también puede hacerse esto con la mentalidad de los demás y, efecti-vamente, todos sufrimos transformaciones mentales de cualquier ín¬dole, inconscientemente, por lo general, pero a veces conscientemente, cuando comprendemos algo acerca de las leyes y los principios que los rigen, y sobre todo cuando los demás ignoran los medios de pro¬tegerse a sí mis-mos. Muchos estudiantes de menta¬lismo saben que las condiciones mate-riales dependen de las mentes de los demás, y pueden ser transmuta¬das y cambiadas de acuerdo con los deseos de la persona que quiere modificar sus condiciones de vida.

– “Estamos tristes o deprimidos, cambiemos nuestro pen-samiento en lo opuesto, con intencionalidad, con énfasis, y estaremos nuevamente animados”.

– “Tenemos miedo, pensemos en nuestra inmortalidad co-mo almas y en Dios que está en nuestro interior, vivo y poderoso”.

“Queremos que nuestras glándulas salivares desprendan agua, pues, pensad en un limón”.

– “Estamos sumergidos en el odio o en la ira, pensad en lo que CRISTO hizo por sus enemigos, pensad en Su cora-zón”.

Queréis ser MAESTROS DE SABIDURÍA, dejad que la Mente de vuestro Espíritu os guíe.

“El Hombre se convierte en lo que piensa”. Aprendamos el AR-TE DE LA TRASMUTACIÓN MENTAL y volveremos a ser lo que en un principio fuimos, LOS REYES DE LA CREACIÓN, con todo lo que ello verdaderamente conlleva.

2º) El PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA, LA LEY DE ANALOGÍA, Y LA LEY DE AFINIDAD:

EL segundo gran principio hermético encierra la verdad de que existe entre los diversos planos de manifestación de la vida y del ser una armonía, concordancia y correspondencia. Esta verdad lo es porque todo cuanto hay en el Universo emanó de la misma fuente, y las mismas leyes, principios y características se aplican a cada unidad o combinación de unidades de actividad, conforme cada una mani¬fiesta su propio fenómeno en su propio plano.

La Ley de Analogía y Afinidad

EL organismo humano representa un micro¬cosmos construido exactamente a imagen del universo, el macrocosmos. Lo cual significa que entre el hombre y el universo existen analogías. Toda la ciencia eso-térica está basada en la ley de analogía. El hombre es infinitamente pe-queño y el cosmos infinitamente grande, pero entre lo infinitamente pe-queño y lo infinitamente grande hay analogías: cada órgano de nuestro cuerpo es afín con alguna región del cosmos. Evidente¬mente no debemos imaginar que el cosmos posee órganos como los nuestros, pero en esen¬cia nuestros órganos y los «órganos» del cosmos tienen algo idéntico, y por la ley de afinidad, podemos tocar en el espacio las fuerzas, los cen¬tros y los mundos que corresponden a ciertos elementos que hay en nosotros. Así el conoci¬miento de esas correlaciones nos presenta pers¬pectivas sor-prendentes.
Entre el hombre y el universo, entre el microcosmos y el macro-cosmos, existe una correspondencia absoluta, pero por su manera de vivir el hombre ha destruido esta relación ideal, perfecta, con el macrocosmos, con Dios. Ahora toda la cuestión radica en poder restable¬cerla. Y puede hacerlo, porque al salir de los “talleres del Creador”, recibió todo lo nece-sario para desarrollarse y volver a encontrar el cami¬no hacia su patria ce-leste en el caso de perderse. Cuando un niño viene al mundo, no le falta nada; aunque tenga el corazón ligeramente a la derecha o el estómago un poco más pequeño o los riñones le funcionen mal, tiene al fin y al cabo un corazón un estómago, riñones, pulmo¬nes, no le falta nada. Del mismo modo, cada espíritu que baja a encarnarse en la tierra, posee órganos e instrumentos correspondientes a todas las virtudes y cualidades que hay arriba, en el Cielo, y por eso todo es posible para él; progresivamente, si conoce y respeta las leyes, puede alcanzar los más grandes logros. ¿Cuá-les son estas leyes? Supongamos que tenemos dos diapasones absoluta-mente idénticos: si hacéis vibrar uno, observaréis que el otro tam¬bién vi-bra sin que ni siquiera lo hayamos tocado. Decimos que hay resonancia. Todo el mundo conoce este fenómeno, pero no intentamos pro¬fundizar, ni comprendemos que lo mismo ocurre exactamente entre el ser y el cos-mos. Si el hom¬bre consigue afinar su estado físico y psíquico con las vi-braciones del universo podrá alcanzar los poderes celestes e intercambiar energías con ellos, recibiendo así ayuda y consuelo; es una manera de comunicarse. Habláis y os escuchan; e incluso podéis atraer ciertas fuer-zas hacia nosotros y beneficiarnos.
En un pasado lejano cuando se respetaba el verdadero orden de cosas, todos los que eran pobres interiormente también lo eran exterior¬mente, y los que eran ricos interiormente lo eran también exteriormente. Como el Señor, que al poseer todas las cualidades y virtudes, posee tam-bién toda la riqueza del universo. Sólo aquí, entre los humanos, este or-den no existe. Pero como la ley es absoluta (como es abajo es arri¬ba), un día habrá un nuevo orden en el que cada uno encontrará su lugar: los que sean ricos en inteligencia, nobleza y bondad, poseerán todas las riquezas exteriores correspondientes, y los que no tengan esas cualidades, se en-contrarán en la miseria. Evidentemente no serán los humanos quienes res-tablecerán este orden, puesto que no saben quién lo merece y quién no; será obra de la inteligencia cósmica, ya que la ley de analogía es una ley inamovible en el universo.

3º) VIBRACIÓN

«Nada reposa; todo se mueve; todo vibra»

EL tercer Gran Principio Hermético el Principio de la Vibración encierra la verdad de que el movimiento se manifiesta en todo el Univer-so. Nada está en reposo, todo se mueve, vibra y circula. Este principio Universal fue reconocido por algunos de los primitivos filósofos griegos, quienes lo expusie¬ron en sus sistemas. Pero después, durante siglos ente-ros, quedó olvidado, salvo por los perseguidores de las doctrinas esotéri-cas. En el siglo XIX la cien¬cia física ha redescubierto esa verdad, y los descu¬brimientos científicos del siglo XX han aportado su testimonio en corroboración de esa verdad sostenida por la antiquísima Filosofía Her-mética.
La ciencia moderna ha comprobado que todo lo que llamamos materia y energía no es más que “mo¬dos de movimiento vibratorio”, y algunos de los más avanzados hombres de ciencia se están encaminan¬do rápidamente hacia el punto de vista que los ocultistas tienen sobre los fe-nómenos de le mente: sim¬ples modos de vibración o movimiento. Vea-mos aho¬ra lo que la ciencia tiene que decir sobre las vibra¬ciones en la materia y en la energía. Los hombres de ciencia proponen como ilustra¬ción para ver los efectos del aumento de vibración una rueda girando con gran rapidez. Supongamos primeramente que la rueda gira lentamente. Enton¬ces diríamos que es un «objeto». Si el objeto gira lentamente lo po-dremos ver fácilmente, pero no sen¬timos el menor sonido. Aumentándose gradualmente la velocidad en pocos momentos se hace ésta tan rápida que comienza a oírse una nota muy baja y grave. Conforme sigue aumentando la velocidad la nota se va elevando en la escala musical, y así se van dis-tinguiendo unas tras otras las diversas notas conforme aumenta la veloci-dad de rotación. Final¬mente, cuando el movimiento ha llegado a cierto lí¬mite se llega a la última nota perceptible por el oído humano, y si la velo-cidad aumenta aún, sigue el ma¬yor silencio. Nada se oye ya, pues la in-tensidad del movimiento es tan alta que el oído humano no puede regis-trar sus vibraciones. Entonces comienzan a per¬cibirse poco a poco suce-sivos grados de color. Des¬pués de un tiempo el ojo comienza a percibir un oscuro color rojo. Este rojo va haciéndose cada vez más brillante. Si la velocidad sigue aumentando el rojo se convertirá en anaranjado, el ana-ranjado en amarillo. Después seguirán sucesivamente matices verdes, azules y añil, y finalmente aparecerá el ma¬tiz violeta. La velocidad se acrecienta más aún: en¬tonces desaparece todo color, porque el ojo huma-no ya no puede registrarlos. Pero ciertas radiaciones humanas emanan del objeto en revolución: los rayos que se usan en la fotografía y otras radia-ciones su¬tiles de la luz. Después comienzan a manifestarse los rayos co-nocidos bajo el nombre de X, y más tar¬de empiezan a emanarse electrici-dad y magnetismo.
Cuando el objeto ha alcanzado cierto grado de vibración, sus mo-léculas se desintegran, resolvién¬dose en sus elementos originales o áto-mos. Después de los átomos, según el principio de vibración, se separarí-an en innumerables corpúsculos o electrones, de los que están compues-tos. Y, finalmente, hasta los corpúsculos desaparecerían y podría decirse que el objeto estaría compuesto por substancia etérea. La ciencia no se atreve a llevar la ilustración más allá, pero los herméticos dicen que si las vibraciones continuaran aumentando el objeto pasaría sucesiva¬mente por estados de manifestación superiores, lle¬gando al plano mental y después al espiritual, hasta ser por último reabsorbido en el TODO que es el Espí-ritu Absoluto. El «objeto», sin embargo, habría dejado de ser tal mucho antes de llegar a la subs¬tancia etérea, pero de todas maneras la ilustración es correcta en cuanto demuestra los efectos del au¬mento continuo de la intensidad vibratoria. Debe recordarse que en la ilustración anterior, con el llegar a los estados en que el objeto irradia color, luz, etc., no se ha re-suelto aún la cuestión en esas formas de energía (que están en un grado mucho más elevado), sino que simplemente llega a un grado de vibración en el que esas energías se libertan hasta cierto punto de las limitadoras in-fluencias de las moléculas, átomos y corpúsculos. Esas energías, si bien son muy supe¬riores en la escala a la materia, están aprisionadas y confi-nadas en las combinaciones materiales, en ra¬zón de las fuerzas que se manifiestan a través de ellas, y empleando formas materiales, y de esta ma¬nera se confinan en sus creaciones corpóreas, lo que, hasta cierto pun-to, es cierto en toda creación, quedando la fuerza creadora envuelta en su propia creación.
Pero la doctrina hermética va mucho más allá que la ciencia mo-derna, y afirma que toda manifes¬tación de pensamiento, emoción, razón, voluntad, deseo o cualquier otro estado mental, va acompañada por vi-braciones, parte de las cuales se emanan al exterior y tienden a afectar las mentes de los de¬más por «inducción».
Esta es la causa de la telepatía, de la influencia mental y de otros efectos del poder de una mente sobre otra, la que ya va siendo del do¬minio público, debido a la gran cantidad de obras de ocultismo que están publicando discípulos e ins¬tructores sobre estas materias. Cada pensa-miento, emoción o estado mental tiene su correspondiente intensidad y modalidad vi¬bratoria. Y, mediante un esfuerzo de la voluntad de la per-sona o de otras, esos estados mentales pueden ser reproducidos, así como una nota musical puede ser reproducida haciendo vibrar las cuerdas de un instrumento con la velocidad requerida, o como se puede reproducir un color cualquiera. Conociendo el Principio de Vibración, aplicado a los fenómenos mentales, uno puede polarizar su mente en el grado que quie-ra, obteniendo así un perfecto dominio y contralor sobre sus estados men-tales. De la misma manera, podrá afectar las mentes de los demás, produ-ciendo en ellos los requeridos estados mentales. En una palabra, podrá producir en el Plano Mental lo que la ciencia produce en el físico, o sea, las vi¬braciones a voluntad. Este poder, por supuesto, pue¬de adquirirse únicamente mediante las instrucciones, ejercicios y prácticas apropiadas, siendo la ciencia que las enseña, la de la «transmutación mental», una de las ramas de la Filosofía Hermética.

4º) POLARIDAD

«Todo es dual; todo tiene polos; todo su par de opuestos: los semejantes y desemejantes son los mismos; los opuestos son Idénticos en naturaleza, difiriendo sólo en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse”.
EL Cuarto Gran Principio Hermético el Principio de Polaridad encierra la verdad de que todas las cosas manifestadas tienen dos lados, dos aspec¬tos, dos polos; un par de opuestos con innumerables grados en-tre ambos extremos. Las antiguas parado¬jas, que siempre han confundido la mente de los hombres, quedan explicadas si se comprende este princi-pio. El hombre siempre ha reconocido algo se¬mejante a este principio y ha tratado de expresarlas con dichos, máximas o aforismos como los si-guien¬tes: «Todo es y no es al mismo tiempo»: «todas las verdades no son más que semiverdades»; «toda verdad es medio falsa»; «todas las cosas tienen dos la¬dos»; «siempre hay un reverso para cada anver¬so», etc., etc.
Si pasamos al plano físico encontramos que el Calor y el Frío son de naturaleza idéntica, siendo la diferencia simple cuestión de grados. El termóme¬tro indica los grados de temperatura, siendo el polo inferior el llamado “frío” y el superior “calor”. En¬tre ambos hay muchos grados de calor y frío. No hay ningún sitio en el termómetro en el que cese el calor y comience el frío absolutamente. Todo se reduce a vibraciones más o menos elevadas o ba¬jas. La luz y la oscuridad son polos de una misma cosa, con muchos grados entre ambos. La escala musical es la misma Par-tiendo del SI en adelante llegaremos a encontrar otro SI y así sucesiva-mente, siendo las diferencias entre los extremos también cuestión de grado.
Bueno y malo no son cosas absolutas; a un ex¬tremo lo llamamos bueno y al otro malo, o Bien al uno y Mal al otro, de acuerdo con el sen-tido que que¬ramos darle. Una cosa es menos buena que la que le es supe-rior en la escala, pero esa cosa menos bue¬na, a su vez, es mejor compara-da con la que tenga inmediatamente debajo, y así sucesivamente, siendo el más o el menos regido por la posición que tenga en la escala.
El valor y el miedo quedan también bajo la misma regla. Los pa-res de opuestos existen por doquier. Donde en¬contremos una cosa, en-contraremos también su opues¬ta: los dos polos.
Este hecho es el que permite al Discípulo trans¬mutar un estado mental en otro, siguiendo las líneas de polarización. Las cosas de diferen-te clase no pue¬den transmutarse unas en otras, pero sí las de igual clase. Así pues, el Amor no podrá convertirse en Este u Oeste, o Rojo o Violeta, pero puede tornarse en Odio, e igualmente el Odio puede tornarse en Amor cambiando su polaridad. El valor puede trans¬mutarse en miedo y viceversa. Las cosas duras pue¬den tornarse blandas, las calientes en frías, y así sucesivamente, efectuándose siempre la transmuta¬ción entre cosas de la misma clase, pero de grado diferente. Tratándose de un hombre co-barde, si se elevan sus vibraciones mentales a lo largo de la lí¬nea Miedo-Valor, se llenará de valentía y desprecio por el peligro. E igualmente el perezoso puede ha¬cerse activo y enérgico, po1arizándose simplemente a lo largo de las líneas de la deseada cualidad. Además del cambio de los polos de los propios estados mentales mediante la aplicación del arte de la polarización, el fenómeno de la influencia men¬tal, en sus múltiples fa-ses, demuestra que el prin¬cipio puede extenderse hasta abarcar los fenó-menos de la influencia de una mente sobre otra.
5º) RITMO

«Todo fluye y refluye, todo asciende y desciende; la oscilación pen-dular use manifiesta en todas 1as cosas; la me¬dida del movimiento hacia la derecha ea la misma que el de la oscilación a la izquierda; el Ritmo es la compensación».

El Quinto Gran Principio Hermético el Principio del Ritmo encie-rra la verdad de que en todo se manifiesta una oscilación medida, movi-miento de ida y vuelta, un flujo y reflujo, un movimiento seme¬jante al del péndulo, una marea con su sube y baja, manifestándose siempre entre los dos polos, los planos físico, mental y espiritual. El principio del Ritmo está estrechamente relacionado con el principio de polaridad, descrito en el capítulo anterior. El rit¬mo se manifiesta entre los dos polos estableci-dos por el principio de polaridad. Esto no significa, sin em¬bargo, que la oscilación rítmica vaya hasta los extre¬mos de cada polo, pues esto sucede rarísimas veces. En realidad, es muy difícil establecer los opuestos pola-res extremos en la mayoría de los casos. Pero la oscilación es siempre «hacia» un polo primero, y después «hacia» el otro.
Siempre hay una acción y una reacción, un avan¬ce y un retroceso, una elevación y una caída, mani¬festándose en todas las cosas y fenóme-nos del uni¬verso. Moles, mundos, hombres, animales, vegetales minera-les, energías, fuerzas, mente y materia, y hasta el mismo espíritu mani-fiestan este principio. El prin¬cipio se manifiesta en la creación y destruc-ción de los mundos, en la elevación y caída de las naciones, en la historia de la vida de todas las cosas, y finalmente, en los estados mentales del hombre. La noche sigue al día y el día a la noche. El péndulo oscila del verano al invierno y éste a aquél; Los corpúsculos, átomos y moléculas y todas las ma¬sas de materia, oscilan en torno del círculo que co¬rresponde a su naturaleza. No hay tal reposo abso¬luto o cesación de movimiento. Todo movimiento participa del Ritmo. Este principio es de aplicación universal. Puede ser aplicado a cualquier cuestión o fenómeno de las mu-chas fases de la vida. Puede aplicarse a todas las fases de la humana acti-vidad. Siem¬pre existe la oscilación rítmica de un polo a otro. El Péndulo Universal está siempre en movimiento. Las mareas de la vida fluyen y re-fluyen de acuerdo con la Ley.
Los Maestros de Sabiduría descubrieron que en tanto que el prin-cipio del Ritmo era invariable, y evi¬dente en todos los fenómenos menta-les, habían dos planos de manifestación en lo que a los fenómenos menta-les concernía. Descubrieron que había dos planos generales de concien-cia, el Inferior y el Superior, y este descubrimiento les permitió elevarse al plano superior, escapando a la oscilación del péndulo rítmico que se manifestaban en el plano inferior. En otras palabras, la oscilación del péndulo se produce en el plano inconsciente y la conciencia no queda, por con¬siguiente, afectada. A esta ley la llamaron la Ley de la Neutraliza-ción. Su operación consiste en elevar al Ego sobre las vibraciones del plano inconsciente de la actividad mental, de manera que la oscilación negativa del péndulo no se manifieste en la concien¬cia y no quede uno afectado por ella. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y dejar que pase ésta por debajo de uno. El instructor o discí¬pulo ocultista se polariza a sí mismo en el polo requerido, y por un procedimiento se-mejante a “rehu¬sar” el participar en la oscilación retrógrada, o si se pre-fiere, «negando» su influencia sobre él, se man¬tiene firmemente en su po-sición polarizada, y permite al péndulo mental oscilar hacia atrás en el plano in¬consciente. Todo hombre, que en mayor o menor grado, ha ad-quirido cierto dominio de sí mismo, rea¬liza esto más o menos conscien-temente, impidiendo que sus modalidades o estados mentales negativos lo afecten, mediante la aplicación de la ley de la neu¬tralización. El maestro, sin embargo, lleva esto hasta un grado muchísimo mayor de eficacia y proficiencia, y mediante su voluntad, llega a un grado de equili¬brio e in-flexibilidad mental casi imposible de conce¬bir por aquellos que se dejan llevar y traer por el pén¬dulo mental de sus sentimientos y modalidades.
Existen, además, otras particularidades en la operación de este Principio del Ritmo, de las que va¬mos a hablar ahora. Dentro de su ope-ración entra lo que se conoce como ley de compensación. Una de las de-finiciones o significados de la palabra compen¬sación es «contrabalan-cear». «equilibrar», y en este sentido se emplea dicho término en la Filo-sofía Hermética. A esta ley de compensación se refiere «El Kybalion» cuando dice: “La medida de la oscilación hacia la derecha, es la misma que la de la oscilación a la izquierda: el Ritmo es la compensación”. La ley de compensación es la que hace que la oscilación en una dirección de-termine otra oscilación en sentido contrario, y así se equilibran mutua-mente.
Pero el hermético la lleva aún más allá. Y afir¬ma que los estados mentales están sujetos a la mis¬ma ley. El hombre capaz de gozar aguda-mente es también capaz de sufrir en igual grado. El que sólo es capaz de escaso dolor, tampoco puede gozar más que escaso placer. El cerdo sufre mentalmente muy poco; pero en cambio, tampoco puede gozar gran cosa: está compensado. Por otra parte. hay anima¬les que gozan extraordinaria-mente, pero también su sistema nervioso y temperamento los hacen sufrir ex¬tremos grados dolor. Igualmente sucede con el hombre. Hay tempera-mentos que sólo son capaces de muy poco goce, pero entonces sólo exis-te, como compensación una capacidad para soportar muy poco dolor, en tanto que otros hombres que pueden gozar intensamente sufren en igual grado. La regla es que la capacidad» para el placer y el dolor en cada in-dividuo está equilibrada. La ley de compensación ope¬ra ampliamente aquí también.
Pero, además, el hermético sostiene que el maes¬tro o el discípulo avanzado es capaz, en grado super¬lativo, de rehuir la oscilación hacia el dolor, reali¬zando el proceso de neutralización a que aludiéramos ante-riormente. Ascendiendo al plano superior del ALMA, se evitan muchas de las experiencias que llegan a los que habitan en planos inferiores.

6º) CAUSACIÓN

“Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa; todo ocurre de acuerdo con la ley. Azar no es más que el nombre que se da a una ley desconocida; hay muchos planos de causación, pero ninguno escapa a la ley”.

EL Sexto Gran Principio Hermético el principio de Causa y Efec-to encierra la verdad de que nada sucede casualmente; que la casualidad es sólo un término que indica la existencia de una causa no reconocida o percibida; que el fenómeno es continuo, sin soluciones de continuidad.
Un poco de meditación evidenciará que no existe absolutamente tal casualidad. Webster define la palabra casualidad diciendo que: «Es un supuesto agente o modo de actividad diferente de una fuerza, ley o pro-pósito; la operación o actividad de dicho agente; el efecto supuesto de tal agente; un suceso, una cosa fortuita, una casualidad, etc.» Pero un poco de meditación demostrará que no puede existir dicho agente casual, en el sentido de algo externo y fuera de la ley, algo aparte de la causa y del efecto. ¿Cómo podría existir algo actuando en el universo fenome¬nal, independiente de las leyes del orden y de la continuidad del último? Tal agente sería algo com¬pletamente independiente del tren coordinado del universo, y por consiguiente, sería superior a él. No podemos imaginar nada fuera del TODO. Más allá de la ley, y esto porque el TODO es pre-cisamente la Ley en sí mismo. No hay sitio en el universo para nada ex-terno o independiente de la ley. La existen¬cia de algo semejante converti-ría a todas las leyes naturales en inefectivas, y sumergiría al universo todo en el desorden más caótico. Ley de CAUSA Y EFECTO, es conocida también por los Ocultistas como la LEY KARMA, si se quiere profun-dizar un poco más sobre este principio, lea el el capítulo sobre el Karma.

7º) GÉNERO

“El Género está en todo: todo tiene sus principios masculino y feme-nino; el género se manifiesta en todos los planes”.

EL Séptimo Gran Principio Hermético el Princi¬pio de Género en-cierra la verdad de que el género se manifiesta en todas las cosas, de que los principios masculino y femenino están siempre pre¬sentes y en plena actividad en todos los fenómenos y en cada uno de los planos de la vida. En este punto es bueno llamar la atención sobre el hecho, de que el Géne-ro, en su sentido hermético, y el sexo en la acepción ordinariamente acep-tada del término, no son lo mismo. La palabra «género» deriva de la raíz latina que significa «‘concebir, procrear, generar, crear, producir». Un momento de consideración sobre el asunto demostrará que esa palabra tiene un significado mu¬cho más amplio y general que el término «sexo», pues éste se refiere a las distinciones físicas entre los seres machos y hembras. El sexo no es más que una mera manifestación del Género en cierto plano del Gran Plano Físico: el de la vida orgánica.
La última palabra de la ciencia es que el átomo está compuesto por una multitud de corpúsculos, electrones o iones (diversos nombres de la misma cosa), que giran unos en torno de otros y vibran con un elevado grado de intensidad. Pero se postula ade¬más que la formación del átomo se debe realmente a que los corpúsculos negativos se pongan a girar en torno de uno positivo. Los corpúsculos positivos pa¬recen ejercer cierta in-fluencia sobre los negativos, impulsando a éstos a constituir ciertas com-binaciones que dan como resultado la «creación» o «generación» de un átomo. Y esto está perfectamente de acuerdo con las más antiguas ense-ñanzas Ocultistas, que han identificado siempre al principio masculino del gé¬nero con lo «positivo».
Las últimas enseñanzas científicas dicen que los corpúsculos o electrones creadores son femeninos. (La ciencia dice que «están compues-tos por electricidad negativa» y nosotros que están compuestos por ener-gía femenina). Un corpúsculo femenino se des¬taca, o mejor dicho, deja a un corpúsculo masculino y comienza una nueva carrera. Activamente busca una unión con un corpúsculo masculino, animado por el impulso natural, a crear nuevas formas de materia o energía. Cierto autor va aún más lejos y dice que «en seguida busca por su propia voluntad, una unión»… Este desprendimiento y unificamiento for¬ma la base de la mayor parte de las actividades en el mundo químico. Cuando un corpúsculo fe-menino se une a otro masculino, empieza determinado pro¬ceso. Las partí-culas femeninas vibran más intensamente bajo la influencia de la energía masculina y giran rápidamente en torno de esta última. El resul¬tado es el nacimiento de un nuevo átomo. Este nuevo átomo está compuesto real-mente por una unión de electrones masculinos y femeninos, pero cuando la unión se efectúa el átomo es una cosa separada que posee ciertas pro-piedades, pero que ya no manifiesta más la propiedad de electricidad en libertad. El proceso del desprendimiento o separación de los electro¬nes femeninos se llama «ionización». Estos electro¬nes o corpúsculos son los obreros más activos en el campo de la Naturaleza. De sus uniones o com-bina¬ciones surgen las diversas manifestaciones de la luz, del calor, de la electricidad, del magnetismo, de la atracción, de la repulsión, de las afini-dades químicas y sus contrarios, así como otros fenómenos de índole si-milar. Y todo surge de la operación del principio de género en el plano de la energía.

Pasemos ahora a considerar la operación de este principio en el plano mental. Muchos hechos intere¬santes están esperando nuestro examen.

GÉNERO MENTAL

Los estudiantes de psicología que han seguido aten¬tamente el tren del pensamiento moderno en lo que respecta a los fenómenos mentales habrán que¬dado extrañados de la rara insistencia de la idea o concepto de la dualidad mental que se ha manifes¬tado tan fuertemente durante los diez o quince años últimos, y que ha dado origen a gran número de plausibles teorías concernientes a la naturaleza y constitución de esa «doble mente». El difunto Thomson J. Hudson alcanzó gran popularidad en 1893 al enunciar su conocida teoría sobre: las “mentes obje¬tiva y subjetiva», que, según sostenía, existían en cada individuo. Otros autores han llama-do igual¬mente la atención con sus teorías referentes a las mentes «cons-ciente y subconsciente», mentes voluntaria e involuntaria, mentes activa y pasiva, etc. Esas teorías podrán diferir según cada autor, pero siem¬pre queda el principio básico que es el de la dualidad mental.
El estudiante se siente tentado por la sonrisa cuando lee y oye hablar de esas numerosas teorías nuevas, respecto a la dualidad de la mente, adhiriéndose cada escuela tenazmente a su propia doctrina, pro-clamando cada una con em¬peño que ha sido ella la que ha descubierto la verdad. El estudiante que hojee el libro de la historia oculta encontrará en su mismo principio referencias a las antiguas enseñanzas herméticas so-bre el principio del género. El principio masculino de la mente corres-ponde a la llamada mente objetiva, mente consciente, mente voluntaria o activa, etc., en tanto que el principio femenino corresponde a la llamada mente subjetiva, subconsciente, involuntaria, pasiva, etc.
Los instructores herméticos imparten enseñanzas concernientes a este punto, pidiendo a sus dis¬cípulos que se atengan al proceso de su pro-pia con¬ciencia, a su propio yo. El discípulo fija entonces su atención in-ternamente sobre el ego que está en cada uno de nosotros. Cada estudian-te ve que su propia conciencia le da como primer resultante de la exis¬tencia de su yo: «Yo Soy». Esto, al principio, parece ser la palabra final de la conciencia, pero un examen ulterior desprende el hecho de que esto “yo soy” puede separarse en dos partes distintas o aspectos que, si bien trabajan al unísono y en conjunción, sin embargo, pueden ser separadas en la conciencia. Si bien al principio parece que sólo existe un único Yo, un examen más cuidadoso revela, que exis¬te un «yo» y un «mí». Este par mental difiere en ca¬racterísticas y naturaleza, y el examen de ésta, así como de los fenómenos que surgen de la misma, arrojan gran luz sobre muchos de los problemas de la influencia mental.
Comencemos considerando el «mí», que gene¬ralmente se confun-de con el «yo», si no se profun¬diza mucho en los recesos de la conciencia. El hom¬bre piensa de sí mismo (en, su aspecto de «mí» o «me») como si estuviera compuesto por ciertos sen¬timientos, agrados, gustos y disgustos, hábitos, la¬zos especiales, características, etc., todo lo cual forman su per-sonalidad, o el ser que conoce él mismo y los demás. El hombre sabe que estas emociones y sen¬timientos cambian, que nacen y mueren, que están sujetos al principio del Ritmo y al de Polaridad, cuyos principios lo llevan de un extremo a otro. Tam¬bién piensa de sí mismo como cierta suma de cono¬cimientos agrupados en su mente, que forman así una parte de él. Es-te es el «mí» o «me» del hombre. Pero quizás hemos procedido demasiado aprisa. El «mí» de muchos hombres está compuesto en gran parte de la conciencia que tienen de su propio cuer¬po y de sus apetitos físicos, etc. Y, estando su con¬ciencia limitada en alto grado a su naturaleza cor¬poral, prácticamente «viven allí». Algunos hombres van tan allá en esto que consideran su apariencia personal como una parte de su «mí», y realmente la consideran parte de sí mismos. Pero, aún aquellos que no están tan es-trechamente esclavizados con la idea de su apariencia personal, lo están por la conciencia de sus cuerpos. No pueden concebirse sin él. Su mente les parece que es algo «que pertenece» a su cuerpo, lo que, en muchos ca-sos, es realmente cierto.
Pero conforme el hombre adelanta en la escala de la conciencia, va adquiriendo el poder de desprender a su «mí» de esa idea corporal, y puede pensar de su cuerpo que es algo «que pertenece» a su propia parte mental. Pero aún entonces es muy capaz de identificar el «mí» completa-mente con sus estados mentales, sensaciones, etc., que siente existen de-ntro de él. Después de un tiempo, podrá así dejar a un lado esos diversos estados mentales, emociones, sentimientos, hábitos, cualidades, caracte-rísticas y otras posesiones personales, considerándolas como una colec-ción de cualidades, curiosidades o valiosas posesiones del «no mí». Esto exige mucha concentración mental y poder de análisis de parte del estu-diante. Pero ese trabajo es posible, y hasta los que no están muy ade¬lantados pueden ver, en su imaginación, cómo se realiza el proceso des-crito.
El «yo» representa al Prin¬cipio Masculino del género mental, y el «mí» al Principio Femenino. El «yo» representa el aspecto de Ser; el «mí» el aspecto de «devenir». Se notará que el principio de correspondencia opera en este plano lo mismo que en el que se realiza la creación del Uni-verso. Los dos son parecidos, si bien difieren enormemente en grado. «Como arriba es abajo, como abajo es arriba». Estos aspectos de la mente los principios mas¬culino y femenino el «yo» y el «mí» considera¬dos en relación con los fenómenos psíquicos y mentales ya conocidos, dan la clave maestra para dilucidar la operación y manifestación de esas nebulosas regiones, de la mente. El principio del género mental aporta la verdad que se encierra en todo el campo de los fenómenos de influencia mental. La tendencia del principio femenino es siempre la de recibir im-presiones, mientras que la tendencia del masculino es a darla o a expre-sarlas. El princi¬pio femenino tiene un campo de acción mucho más varia-do que el masculino. El principio femenino con¬duce el trabajo de generar nuevos pensamientos, conceptos, ideas, incluso la obra de la imaginación. El masculino se contenta con el acto de «querer» en sus varias fases. Sin embargo, sin la ayuda activa de la voluntad del principio masculino, el femenino pue¬de contentarse con generar imágenes mentales que son el resultado de impresiones recibidas del exterior, en vez de producir crea-ciones mentales originales.
La manifestación del género mental pude notarse en todas partes diariamente. Las personas magnéticas son las que pueden emplear su principio masculino para imprimir sus ideas sobre los demás. El actor que hace reír o llorar a la concurrencia está haciendo uso de este principio. Igualmente sucede con el orador, político, predicador o cualquier otro que arraiga la atención pública. La influencia pecu¬liar que ejerce un hombre sobre otro es debida a la manifestación del género mental según las líneas vibratorias ya indicadas. En este principio está el secreto del magnetismo personal, de la fascinación etc., así como también de los fenómenos agru-pados bajo el nombre de hipnotismo.

AXIOMAS HERMETICOS

“La posesión del Conocimiento, si no va acompañada por una manifestación y expresión en la práctica y en la obra, es lo mismo que el en-terrar metales preciosos: una cosa vana e inútil. El Conocimiento, lo mismo que la Fortuna, de-ben emplearse. La ley del uso es universal, y el que viola sufre por haberse puesto en conflicto con las fuerzas naturales”.
El Kyba¬lion

Damos a continuación algunos de los más importantes axiomas herméticos, tomados del “Kybalion”, con algunos comentarios agrega-dos. Que cada uno los haga suyos y los practique y emplee, porque nunca serán realmente una posesión propia hasta que se los haya llevado a la práctica.

«Para cambiar vuestra característica o estado «men-tal», cambiad vuestra vibración».

Uno puede cambiar sus vibraciones mentales, mediante un esfuer-zo de la voluntad, fijando la aten¬ción deliberadamente sobre el estado de-seado. La voluntad es la que dirige a la atención, y ésta es la, que cambia la vibración. Cultívese el arte de estar atento, por medio de la voluntad, y se habrá resuelto el problema de dominar las propias modalidades y esta-dos de la mente.

«Para destruir un grado de vibración no desea¬ble, pón-gase en operación el principio de polaridad y concéntre-se la atención en el polo opuesto al que se desea supri-mir. Lo no deseable se mata cambiando su polaridad».

Esta es una de las más importantes fórmulas herméticas y está ba-sada sobre verdaderos principios científicos. Ya se indicó que un estado mental y su opuesto eran sencillamente dos polos de una misma cosa, y que mediante la transmutación mental esa polaridad podía ser invertida. Los modernos psicólogos conocen ese principio y lo aplican para disolver los hábitos no deseables, aconsejando a sus discípu¬los la concentración sobre la opuesta cualidad. Si uno tiene miedo, es inútil que pierda su tiempo tratando de matar el miedo, sino que debe cultivar el valor, y en-tonces el miedo desaparecerá. Algunos autores han expresado esta idea, ilustrándola con el ejemplo de una habitación oscura. No hay que perder el tiempo tratando de arrojar afuera a la oscuridad sino que es muchísimo mejor abrir las ventanas, y de¬jar «entrar la luz», y la oscuridad desapare-cerá por sí sola. Para matar una cualidad negativa es necesario concen-trarse sobre el polo positivo de esa misma cualidad, y las vibraciones cambiarán gradualmente de negativas en positivas, hasta que finalmente se polarizará en el polo positivo, en vez de estarlo en el negativo.

«La mente, así como los metales y los elementos “pue-den transmutarse” de grado en grado, «de condi¬ción en condición, de polo a polo, de vibración en vibración».

Dominar la polaridad significa dominar los prin¬cipios de la transmutación o alquimia mental; porque salvo que se adquiera el arte de cambiar la propia polaridad, no se podrá afectar el ambiente que nos ro-dea. Si comprendemos ese principio podemos cam¬biar nuestra propia po-laridad, así como la de los demás, siempre que dediquemos a ello el tiem-po necesario, el cuidado, el estudio y práctica necesaria para do¬minar ese arte. El principio es verdad, pero los resultados que se obtienen dependen de la persistente paciencia y práctica del estudiante.
«El Ritmo puede neutralizarse mediante el Arte de la Polarización».

Como ya explicamos en los capítulos anteriores, los herméticos sostienen que el Principio del Ritmo se manifiesta en el Plano Mental, así como en el Plano Físico, y que la encadenada sucesión de mo¬dalidades, sentimientos, emociones y otros estados mentales, son debidos al movi-miento oscilante del péndulo mental, que nos arrastra de un extremo a otro. Los ocultistas enseñan además que la ley de la neutralización nos capacita, en gran extensión, a sobreponernos a la operación del Ritmo en la con¬ciencia. Como ya hemos explicado, existe un plano de conciencia superior, así como uno inferior, y el maestro, elevándose mentalmente al plano superior, hace que la oscilación del péndulo mental se mani¬fieste en el plano inferior, mientras él permanece en el otro, librando, así a su conciencia de la oscilación contraria. Esta se efectúa polarizándose en el Yo Superior, elevando así las vibraciones mentales del Ego sobre el plano de conciencia ordinario. Es lo mismo que levantarse por encima de una cosa y per¬mitir que ésta pase por debajo. El hermético avanza¬do se pola-riza en el polo positivo de su ser, el YO SOY, más bien que en el polo de su personalidad, y rehusando y negando la operación del Ritmo, se eleva sobre su plano de conciencia, permaneciendo firme en su afirmación de ser, y la oscilación pasa en el plano inferior, sin cambiar para nada su propia polaridad. Esto lo realizan todos los individuos que han alcanzado cualquier grado de dominio propio, comprendan o no la ley. Esas perso-nas rehúsan sen¬cillamente el dejarse arrastrar por la oscilación, y afir-mando resueltamente su superioridad permanecen polarizados positiva-mente. El maestro, por supuesto, alcanza un mayor grado de perfeccio-namiento porque comprende perfectamente la ley que está dominando con la ayuda de una ley superior y mediante su voluntad adquiere un gra-do de equilibrio y firmeza casi imposible de concebir por los que se dejan llevar de un lado a otro por las oscilaciones de la emotividad.
Recuérdese siempre, sin embargo, que el principio del Ritmo no puede ser destruido, porque es indestructible. Sólo es posible sobreponer-se a una ley equilibrándola con otra, manteniéndose así el equi¬librio. Las leyes del equilibrio operan tanto en el plano mental como en el físico, y la comprensión de esas leyes le permiten a uno sobreponerse a ellas, con-trabalanceándolas.

«Nada escapa al principio de causa y efecto, pero hay muchos planos de Causación y uno puede emplear las leyes del plano superior para dominar a las del inferior».

Comprendiendo la práctica de. la polarización, el hermético se eleva al plano superior de causación, equilibrando así las leyes de los pla-nos inferiores. Elevándose sobre el plano de las causas ordinarias se con-vierte uno, hasta cierto punto, en una causa en vez de ser un simple efec-to. Pudiendo dominar los sentimientos y modalidades propias, y neutrali-zando el ritmo, se puede rehuir gran parte las operaciones de la ley de causa y efecto en el plano ordinario. Las masas se dejan arrastrar, obede-cien¬do al ambiente que las rodea, a las voluntades y deseos de algunos hombres más fuertes que ellas, a los efectos de las tendencias heredadas o a las sugestiones u otras causas exteriores, no siendo más que simples fi-chas en el tablero de ajedrez de la vida. Elevándose sobre esas causas, el hermético avanzado busca un plano de acción mental superior, y domi¬nando sus propias cualidades, se crean un nuevo carácter, cualidades y poderes, mediante los cuales se sobreponen a su ambiente ordinario, haciéndose así directores en vez de dirigidos. Esos individuos ayudan a la realización del juego de la vida cons¬cientemente, en vez de dejarse mover por influencias, poderes o voluntades externas. Emplean el principio de causa y efecto en vez de dejarse dominar por él. Por supuesto, aún los se-res más elevados están su¬jetos a este principio según se manifiesta en los planos superiores, pero en los inferiores son señores y no esclavos. Según dice el Kybalion:

“El sabio sirve en lo superior, pero rige en lo inferior”. “Obedece a las leyes que están por encima de él, pero en su propio plano y en las que están por debajo de él rige y ordena. Sin embargo, al ha¬cerlo forma parte del principio en vez de oponerse al mismo”. “El sabio se sumerge en la Ley, y com¬prendiendo sus movimientos, opera en ella en vez de ser su ciego esclavo. Semejantemente al buen «nadador», va de aquí para allá, según su propia voluntad, en vez de dejarse arrastrar como el madero que flota en la corriente. Sin embargo, el «nadador» y el madero, el sabio y el ignorante, es-tán todos su¬jetos a la ley. Aquel que esto comprenda va en el buen camino que conduce al Adeptado”.
Para concluir, recordaremos nuevamente el axio¬ma hermético que dice que «La verdadera transmu¬tación hermética es un arte mental». En dicho axioma el hermético indica que el am¬biente externo se influen-cia mediante el poder de la mente. El Universo, que es totalmente mental, puede ser solamente dominado mediante la menta¬lidad. En esta verdad se encontrará la explicación de todos los fenómenos y manifestaciones de los diversos poderes mentales que tanto están atrayen¬do la atención ac-tualmente, en pleno siglo XX. Tras toda la enseñanza dada por las diver-sas escuelas o religiones, yace siempre constantemente el principio de la substancialidad mental del Universo. Si éste es mental, en su naturaleza Intrínseca, fácilmente se deduce que la transmutación mental debe modi-ficar y transformar las condiciones y los fenómenos del Universo, y que la mente debe ser el mayor poder que pueda afectar sus fenómenos. Si se comprende esta verdad, todos los llamados milagros y maravillas dejarán de tener punto alguno oscuro, porque la explicación es por demás clara y sencilla.

«El TODO es mente: el Universo es «mental».